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Nº 140baseline

Enero 2015baseline

Diccionario de términos bíblicos y teologicos


levitas — En la Biblia, la tribu de Leví, los descendientes del patriarca del mismo nombre, bisnieto de Abraham. Consagrados al sacerdocio por Moisés en el desierto, no obtendrían un territorio tribal sino que se encontrarían diseminados entre las demás tribus. Vivirían del «diezmo» cobrado al resto de la sociedad a cambio de su servicio sacerdotal.

Esbozando en general la historia de los levitas, podríamos decir que parece ser que su función original era más o menos la de evangelizadores o diseminadores del conocimiento del Señor de Israel, a quien los esclavos huidos de Faraón conocieron en el desierto. Distribuidos por todo el territorio de las tribus de Israel, eran quienes procuraban mantener en alto los ideales de la Instrucción divina recibida en el desierto. Instrucción divina que establecía una sociedad de justicia e igualdad, de solidaridad y redistribución, donde quien más prosperaba no podía en absoluto olvidarse de quien padecía infortunio, deudas, viudedad u orfandad.

En una era cuando solamente las cortes y templos podían tal vez poseer algunos libros, esta función propagadora del conocimiento de Dios encomendada a los levitas, dependía de su memoria para recordar la instrucción tradicional recibida en la niñez y juventud. Dependía también de su buena voluntad para no torcer las cosas con el fin de sacar alguna ventaja personal. Según el libro de Jueces, la corrupción no fue ajena al sacerdocio levita, aunque tal vez tampoco fuera necesariamente típica en ellos.

Los hijos del sacerdote Elí, que presidía el culto en el Tabernáculo erigido en Siló con el Arca del Pacto, culminan esa tendencia a la corrupción en la primera etapa del sacerdocio levita. Tal es así, que Samuel profetiza que el Arca será arrebatada de Siló. En efecto, los filisteos se la llevan a sus ciudades y cuando la devuelven acabaría prácticamente olvidada, en una finca particular.

El centro levita en Siló, con Tabernáculo y Arca, no era el único centro del culto de Israel. Había un santuario en Bet-el, con su propio sacerdocio y tradiciones que se remontaban al patriarca Jacob. Otro santuario más reciente se había establecido en Dan (fundado por un levita). En Hebrón parece ser que se encontraba una rama del sacerdocio más directamente vinculado con la memoria de Aarón (también levita). En estos tres centros se piensa que a falta de Arca, representaban la Presencia divina del Dios invisible mediante un becerro de oro, sobre el que tal vez se lo imaginaban sentado. (Se recordará que en el Templo de Jerusalén, dos querubines alados, algo así como dragones posados sobre el Arca, tenían esta misma función de «trono» del Señor invisible.)

El rey Saúl prácticamente acabó con el sacerdocio levita en Nob, descendido de Elí de Siló, del que solamente sobrevivió Abiatar. Abiatar, con el urim y tumim (una especie de dados para consultar la voluntad de Dios), se unió a David en sus años de jefe de una banda de forajidos. Cuando David, que a la sazón ya venía reinando como vasallo filisteo en Hebrón, tomó Jerusalén y estableció allí su corte, decidió recuperar la antigua tradición del culto en torno al Arca del Pacto. Estableció para esos efectos a Abiatar, sacerdote levita de la tradición de Siló; y a Zadoc, sacerdote aarónida de Hebrón. De Zadoc desciende el sacerdocio saduceo. El plan de David probablemente era unificar estas dos ramas poderosas del sacerdocio israelita.

Sin embargo en la lucha por la sucesión entre los hijos de David, Abiatar escogió el bando equivocado y fue destituido y exiliado por Salomón. Quedaría así en Jerusalén por toda la posteridad, solamente el sacerdocio saduceo.

El sacerdocio levita, todavía disperso entre el pueblo en los territorios de todas las tribus, vuelve entonces a centrarse en su papel de maestros de religión y diseminadores del conocimiento de Dios y de sus Mandamientos. Serían siempre una espina molesta en el asiento de los tronos tanto de Samaría como de Jerusalén, con sus exigencias de volver a la Ley y al Pacto —es decir al programa de justicia y santidad esbozado por Moisés en el desierto. De los levitas surge seguramente la tradición de los profetas críticos con el régimen monárquico.

Toda la historia de los levitas es mucho más larga, complicada e interesante, pero estos esbozos tal vez nos ayuden a situarnos cuando se mencionan en la Biblia. Desemboca para nuestros intereses en el Nuevo Testamento, donde seguimos encontrando a los saduceos apoltronados en la jerarquía en Jerusalén, mientras que los levitas son sacerdotes de pueblo y viven muchas veces en pobreza y estrechez. Pero conservan, por eso mismo, un recuerdo mucho más radical del mensaje del Dios de Israel.

—D.B.

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