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PDF Confesión de fe en perspectiva menonita

Confesión de fe en perspectiva menonita
Iglesias Menonitas de Canadá y Estados Unidos


Artículo 10. La iglesia en misión

Creemos que la iglesia está llamada a proclamar el reino de Dios y ser una señal del reino de Dios. Cristo ha comisionado a la iglesia para ser sus testigos, haciendo discípulos de todas las naciones, bautizándolos y enseñándoles a observar todas las cosas que ha mandado [1].

En su misión de predicar, enseñar y sanar, Jesús anunció: «El reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en las buenas noticias» [2]. Después de su muerte y resurrección, Jesús comisionó a sus discípulos, diciendo: «Paz a vosotros. Así como el Padre me ha enviado a mí, así os envío yo […] Recibid el Espíritu Santo» [3]. Habilitados por ese mismo Espíritu, continuamos el ministerio de Jesús, reuniendo el nuevo pueblo de Dios que le reconoce a Cristo como Señor y Salvador.

La iglesia está llamada a dar testimonio del reino de Cristo, encarnando el camino de Jesús en su propia vida y estructurándose conforme al reino de Dios. Muestra así al mundo un ejemplo de vida bajo el señorío de Cristo. Por su vida, la iglesia es una ciudad sobre una colina, una luz para las naciones [4], que testifica sobre el poder de la resurrección por un estilo de vida diferente del de la sociedad a su alrededor.

La iglesia ha de testificar también con la proclamación del reino de Dios, de palabra y de hecho. La iglesia ha de buscar a los perdidos, invitar al arrepentimiento, anunciar la salvación de pecado, proclamar el evangelio de la paz, liberar a los oprimidos, rogar que haya justicia y rectitud, servir como sirvió Jesús, e instar a todos, aunque sin imposición, a que se integren en el pueblo de Dios. La iglesia está llamada a ser un canal de la terapéutica de Dios, que puede incluir la unción con aceite [5]. Incluso corriendo el riesgo del sufrimiento y la muerte, el amor de Cristo mueve a testigos fieles a testificar por su Salvador [6].

Dicho testimonio es una respuesta al llamamiento de Jesús a hacer discípulos. Al hallar acogida y ser incorporados a la iglesia, los cristianos nuevos aprenden a participar en el culto de la iglesia, en su comunión, educación, ayuda mutua, toma de decisiones, servicio, y misión continua [7]. Los creyentes nuevos también ayudan a la iglesia a aprender nuevas dimensiones de su misión [8].

Dios llama a la iglesia a dirigir su misión a personas de todas las naciones y de todas las etnias. Jesús comisionó a sus discípulos para que fuesen sus testigos «en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta lo último de la tierra» [9]. El apóstol Pablo predicó a las naciones gentiles. La iglesia hoy día también está llamada a testificar a personas de todas las culturas, etnias y nacionalidades. La misión de la iglesia no requiere la protección de ninguna nación ni ningún imperio. Los cristianos son forasteros y extranjeros en medio de todas las culturas. Pero la iglesia misma es la nación de Dios, que abarca a personas que proceden de toda tribu y nación. De hecho, su misión consiste en reconciliar grupos distintos, creando una nueva humanidad [10] y ofreciendo un anticipo de aquel día cuando todas las naciones acudirán a la montaña del Señor y vivirán en paz [11].

  1. Hch 1,8; Mt 28,19-20
  2. Mr 1,15
  3. Jn 20,21-22; Hch 10,36
  4. Mt 5,13-16; Is 42,6
  5. Mr 6,13; Stg 5,14-15
  6. 2 Co 5,14
  7. Hch 2,41-47
  8. Hch 10; 15
  9. Hch 1,8
  10. Ef 2,15-16
  11. Is 2,2-4
 
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