Colección de lecturas
 

PDF Hoch, "La teologia práctica en busca de identidad"

Nuevos caminos en psicología pastoral
Daniel S. Schipani, editor

Ediciones Kairós, en colaboración con
Pandora Press y Ediciones SEMILLA



Capítulo 8
La teología práctica en busca de identidad:
Una perspectiva latinoamericana
Lothar Carlos Hoch [1]

Si observamos el panorama de las iglesias latinoamericanas en la actualidad, notaremos una riqueza y diversidad de prácticas pastorales nunca antes vistas. Las prácticas pastorales más diversas parecieran surgir desde la amplia gama de denominaciones religiosas a nuestro alrededor. Sin duda, es un momento de riqueza y creatividad para el ministerio pastoral en Latinoamérica.

Sin embargo, una mirada más profunda advertirá que este colorido escenario religioso se presta fácilmente a la confusión. En ocasiones da la impresión de que existen tantas prácticas pastorales como propósitos que las guían y suposiciones detrás de ellas. No es tarea sencilla encontrar un camino para atravesar este laberinto.

Hay varias preguntas que plantear: ¿Cuál es la diferencia entre la teología práctica y el ministerio de la iglesia? ¿Cuáles son las áreas específicas que le competen a cada uno? ¿Sería posible que la teología práctica prestara cierto orden al caos de las prácticas pastorales, de modo que la exuberancia actual de ministerios eclesiales se traduzca en un período exuberante para la teología práctica?

Toma de conciencia de la ausencia de un perfil propio

Parte de la confusión que existe entre los ministerios puede atribuirse a la riqueza del panorama religioso actual de Latinoamérica y a los desafíos que las realidades de este continente les plantean a las iglesias. Sin embargo, otra parte de la responsabilidad por el estado de confusión se atribuye al abismo que separa las prácticas pastorales que encontramos en las iglesias de la educación teológica ofrecida por seminarios y centros educativos sustentados por las iglesias. La teología práctica que se enseña en los seminarios hoy en día no se adecua a la realidad de los ministerios que funcionan en las congregaciones locales o en los movimientos sociales de base.

Sospecho que la teología práctica que se enseña en los seminarios en la actualidad padece la falta de un cuerpo teórico específico propio y la falta de claridad acerca de las suposiciones bajo las cuales opera. Temo que existe poco diálogo entre los profesores de las distintas sub-disciplinas de teología práctica, lo cual significa que ofrecen poca reflexión sobre el terreno compartido por todos ellos. La dificultad de establecer la nomenclatura en común (¿teología práctica? ¿teología pastoral? ¿teología aplicada?) es un síntoma de la falta de claridad en torno a la disciplina. Otro síntoma preocupante es el hecho de que hay muy pocas publicaciones de autores latinoamericanos en la temática de la teología práctica.

Ahora bien, si la teología práctica que se enseña y practica en los seminarios opera sin un marco teórico propio, ¿cómo podremos esperar que el ministerio que se desarrolla en las iglesias presente claridad en lo que ejerce? Para evitar malentendidos, quisiera aclarar en este punto que no adhiero a la visión de pretender que la teología práctica deba apuntar a dirigir el ministerio que se lleva a cabo en las iglesias y grupos de base. El ministerio al nivel de la iglesia local y los ministerios populares no admiten la tutoría de una teología concebida en las aulas de los seminarios. Después de todo, en acuerdo con la fuerte tradición protestante, las personas de la iglesia deberán ser co-sujetos de la teología que practican.

Para ser más preciso, creo que los seminarios, por influencia de la teología práctica, deberán convertirse en «cajas de resonancia» de los distintos ministerios pastorales que surjan desde el pueblo de Dios a nivel local. Esa es su vocación. Por el otro lado, con un sentido de reciprocidad, los ministerios pastorales desarrollados a nivel local deberán ser estimulados, inspirados y apoyados teológicamente por la teología práctica que se enseña en los centros de educación teológica de la iglesia. Sin embargo, para que esto suceda, la teología práctica deberá cubrir el abismo que la separa del ministerio pastoral. Deberá cruzar los altos muros que circundan nuestros seminarios y salir a la calle.

La teología práctica es el interlocutor especial de las prácticas pastorales desarrolladas en medio del pueblo de Dios. Estas prácticas deben someterse al análisis y reflexión teológicos para soportar la crítica habitual que reciben, ya sea al decirse que están demasiado enfocadas en la espontaneidad, o que no poseen sustento metodológico suficiente.

En Latinoamérica nuestra situación como teólogos prácticos es, sin lugar a duda, peculiar. Se nos exige tratar temáticas situadas en la frontera entre la teología y otras áreas de conocimientos humanos. Lograrlo significa contar no sólo con conocimientos de todas las disciplinas teológicas, sino además con las nociones de las ciencias del comportamiento humano o ciencias sociales (sociología y psicología especialmente) necesarias para abordar ciertas temáticas. Asimismo, a menudo nos solicitan reflexionar sobre temas relacionados con las ciencias religiosas, los medios de comunicación, la política, la economía y la cultura (por ej., temas de sexismo o racismo). Por cierto, cualquier área cercana a la teología que no encaje perfectamente en las disciplinas tradicionales tiende a ser incorporada a la teología práctica.

Esta circunstancia nos convierte en personas polifacéticas que comprenden un poco de todo. Y precisamente por esta razón corremos el riesgo de volvernos superficiales. Para evitar esta trampa debemos hacer una limpieza de nuestra casa, tener claridad acerca de los estatutos que rigen la teología práctica como disciplina teológica, acerca de su objeto de estudio específico y definir las sub-disciplinas en las que se divide. Recién cuando hayamos definido claramente nuestra propia competencia y hayamos desarrollado estudios profundizados en nuestra especialidad, seremos capaces de contribuir de manera seria y respetable a un diálogo interdisciplinario. En otras palabras, en el contexto latinoamericano necesitamos clarificar la identidad de la teología práctica como disciplina teológica.

Ciertamente, las anécdotas que circulan respecto a nuestra disciplina no son totalmente injustificadas. La más reciente que escuché es la siguiente: un joven estudiante le pregunta a su profesor:

—¿Qué es la teología práctica?

—Es prácticamente teología — responde el profesor.

¡Tal vez la historia pueda socorrernos y reivindicarnos!

¿Podrá ayudarnos la tradición protestante europea?

A modo de introducción deseo indicar que pertenezco a la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana de Brasil, una iglesia originada por la inmigración alemana al sur de Brasil al comienzo del siglo XIX. Nuestra teología, liturgia y educación teológica han sido fuertemente influenciadas por el protestantismo alemán. No podemos obviar nuestra tradición teológica cuando entramos en diálogo con la tradición católica latinoamericana dominante.

Como sabemos, la teología práctica ha sido una disciplina controvertida desde sus inicios. En el siglo XIX la teología alemana alcanzó un altísimo nivel en las universidades estatales. Con el espíritu encendido de la Ilustración, la teología se esforzó por probar su legitimidad como ciencia. En el proceso, se convirtió en víctima del academicismo estéril y se distancia de la vida de la iglesia. Como resultado, se perjudicó la saludable relación entre la teoría teológica enseñada en las universidades, la práctica del ministerio pastoral y la vida espiritual de los miembros de las iglesias en las congregaciones.

Surgió entonces la necesidad de una disciplina teológica que estableciera una relación adecuada entre la teología académica y la vida cotidiana de los cristianos. Con este propósito en mente, se instituyó la teología práctica como nueva disciplina junto a los estudios bíblicos, la historia de la iglesia y la teología sistemática.

Resulta ciertamente irónico que Friedrich Schleiermacher, «padre de la teología práctica», a quien Karl Barth [2] consideró uno de los teólogos más importantes, o bien el más importante del siglo XIX, encargado de implementar la nueva disciplina en la facultad de teología de la Universidad de Berlín, se refiriera a la disciplina en los siguientes términos, en 1810: «Permítanme expresar mi opinión sobre el asunto aquí mismo; siento que no es deseable crear un lugar específico para la teología práctica. Sería mucho mejor que de esta tarea se responsabilicen de modo informal los profesores a cargo de las disciplinas teóricas» [3].

¿De qué manera se explica la posición dubitativa de Schleiermacher? Posiblemente derive de la premisa protestante que afirma que toda teología es, por naturaleza, práctica. Lutero no se ahorró críticas hacia Aristóteles y Tomás de Aquino por su teología especulativa. Una teología fundada en Jesucristo deberá ser práctica necesariamente, a partir del momento que levanta su cruz para seguirlo. La fe cristiana no puede limitarse a la contemplación o al acto de adherir a un sistema de verdades reveladas; en cambio, implica involucrarse con las palabras y hechos de Jesús, y seguir su camino de sufrimiento. Para Martín Lutero, toda teología es esencialmente teología de la cruz. Y como tal, solamente puede ser teología práctica [4].

A pesar de esto, el análisis histórico nos permite llegar a una primera conclusión: el surgimiento de la necesidad de crear una disciplina teológica específica para recuperar la dimensión práctica de la teología, a trescientos años de la Reforma, es ciertamente una prueba de que la teología en sí se había desviado de su vocación más genuina, la de ser una teología práctica. Se había distanciado de las personas que formaban la base de la iglesia, y había comenzado a frecuentar los círculos de eruditos en las universidades. La implementación de la teología práctica tenía que ver con el esfuerzo de corregir una distorsión.

La teología práctica y otras disciplinas teológicas

En esta sección señalaré tres modos de relacionar la teología práctica con las otras disciplinas teológicas que han tenido gran influencia en nuestra teología luterana brasileña. Se trata de percibir a la teología práctica como «práctica de la teología», como «teología de la práctica», y como «ciencia de la práctica».

1er modelo: la teología práctica como práctica de la teología
     De acuerdo con Paul Tillich, la teología práctica no llega a ser teología. En sus palabras: «Aunque Schleiermacher la haya alabado declarándola la coronación del estudio teológico, no es ni la tercera parte que completa a las teologías histórica y sistemática. Es una teoría técnica con la cual estas dos partes se aplican a la vida de la iglesia» [5]. En otras palabras, la teología práctica, para Tillich, es aquella que provee la instrumentación técnica para facilitar la aplicación eficaz a la vida de la iglesia de cualquiera de las nociones traídas de otras disciplinas teológicas [6]. Como tal, no alcanza el estatus de ser una disciplina teológica. En mi opinión, Tillich cometió un error al llamar a esta disciplina «teología práctica», si le otorga sólo un fin primordialmente técnico.

2do modelo: la teología práctica como teología de la práctica
     De acuerdo con Werner Jetter [7], «la teología práctica es la teología del servicio de la iglesia». Esta visión es superior a la anterior, dado que considera el servicio de la iglesia una función teológica. Por consiguiente, la disciplina teológica que se ocupa de este servicio será necesariamente de carácter teológico. Aquí se recupera parcialmente el rol teológico de la teología práctica. Pero su tarea aún abarca sólo la práctica de la iglesia, sin ejercer ninguna influencia sobre la esencia del pensamiento teológico. Conserva un rol teológico derivado; es solamente la teología de la práctica eclesial.

3er modelo: la teología práctica como ciencia de la práctica
     Karl-Fritz Daiber realizó otro intento de definir el rol específico de la teología práctica. Según él, la tarea de la teología práctica consiste en desarrollar, en comunicación con otras ciencias sociales, teorías pertinentes para la práctica de la iglesia en el mundo contemporáneo [8]. El aporte de Daiber consiste en tomar en serio el carácter interdisciplinario de la teología y en insistir en la búsqueda de formas eficaces de testimonio cristiano para el mundo. Otro aspecto pertinente de su postura reside en establecer una relación dialéctica entre la teoría y la práctica. Sostiene que la experiencia práctica debe influir en la teoría de tal modo que ésta se oriente más hacia la práctica [9]. El problema básico que esta postura presenta es que como ciencia de acción, la teología práctica pierde su particularidad como ciencia teológica. El hecho de que se ocupe de la iglesia no le otorga de por sí el lugar de disciplina teológica. Aquí la teología es un asunto meramente circunstancial, y no fundamental para la teología práctica.

Pero la cuestión de la relación entre la teología práctica y las demás disciplinas teológicas no se restringe al mundo protestante. Ha sido tratada igualmente por teólogos católicos. Mencionaremos en primer lugar a Karl Rahner [10]. Según él, toda teología debe ser pastoral y todo ministerio pastoral debe ser teológico. Esto equivale a decir que el ministerio pastoral se convierte prácticamente en un criterio de evaluación para la teología.

Asimismo, Norbert Greinacher [11] entiende la teología práctica como la disciplina concebida para mediar el diálogo y la reflexión entre la teoría teológica (teología) y la práctica de la iglesia (ministerio pastoral). Este concepto lo llevó a abandonar el uso del término católico romano tradicional «teología pastoral» —comprendida como «teología de los pastores» (es decir, «teología de los clérigos»)—y adoptar la terminología protestante «teología práctica». Greinacher le asigna a la teología práctica la tarea de ser la conciencia práctica de la teología.

El aporte de la teología latinoamericana de la liberación

¿Podrá la teología de la liberación auxiliar a la teología práctica en su búsqueda de identidad? El teólogo europeo Johan Baptist Metz [12] reconoce que la teología de la liberación significó una pérdida de la inocencia para la teología europea en tres aspectos: a) al quebrar su inocencia social e histórica; b) al quitarle la inocencia del monocentrismo de Europa Central e instituir el Tercer Mundo como un referente hermenéutico válido para la teología; y c) al destrozar su inocencia respecto a los pobres.

Al ubicar a la teología en un marco social, la teología de la liberación abre una perspectiva única para una relación eficaz entre la teoría y la práctica. El teólogo brasileño João Batista Libânio [13] distingue tres niveles en tales relaciones dentro de la teología de la liberación:

  1. Una relación teórica, donde la práctica comunitaria cristiana se aprovecha como materia prima para la reflexión. Al hacer esto, la teología de la liberación se convierte en teología de la práctica.
  2. Una relación práctica, donde el teólogo se sitúa a sí mismo/a en medio de una práctica de dificultades comunitarias y se compromete con ellas. Ésta será una teología dentro de la práctica, es decir, llevada a cabo desde el interior de la misma práctica.
  3. Finalmente, la relación entre la teoría y la práctica en la teología de la liberación se manifiesta en el hecho de que es una teología para la práctica: su propósito es proveer orientación para aquellos involucrados en el frente de las dificultades de la liberación.

Con esta perspectiva de la relación entre la teoría y la práctica, la teología de la liberación ha contribuido enormemente a la teología en general al recuperar la verdad señalada por Martín Lutero, que toda teología es práctica por naturaleza. En otras palabras, la teología de la liberación se deshizo del conflicto entre la sabiduría que emana del conocimiento intelectual y la que resulta de la práctica de la fe. La teología de la liberación supera la dicotomía entre el trabajo de la mente y el trabajo de las manos [14].

La relación entre la teoría y la práctica desarrollada por la teología de la liberación ofrece un fundamento teórico sólido sobre el cual la teología práctica puede construir su propia teoría como disciplina teológica. A pesar de este resumen positivo, en mi opinión, la teología de la liberación podría haber trazado una distinción más clara entre las competencias específicas de la teología práctica y la teología pastoral como disciplinas teológicas. Mientras que la teología pastoral reflexiona sobre el arte de guiar o pastorear al pueblo de Dios, la teología práctica es una reflexión académica sobre el modo adecuado de ser testimonio del Evangelio ante el mundo. Esta distinción de competencias puede contribuir a reinsertar la teología práctica en Latinoamérica como disciplina teológica con un perfil único particular. Además, puede ayudar a proveer una base en común para los diferentes ministerios pastorales que actualmente se encuentran tan desconectados en nuestro contexto.

Un intento de definir responsabilidades

Como se mencionó anteriormente, la teología práctica sólo encuentra su justo lugar como disciplina teológica participando en una relación dinámica con otras disciplinas teológicas. Según entiendo yo, la tarea específica de la teología práctica es recordarle a las otras disciplinas sobre la vocación práctica de toda teología. De esta suposición derivo el doble deber de la teología práctica en los siguientes términos:

La teología práctica como premisa para el quehacer teológico
     La teología práctica es una suposición básica de toda la actividad teológica, por estar sintonizada con el mundo y recibir las temáticas y desafíos de la actualidad que exigen una respuesta de la teología y la iglesia. La teología práctica debe funcionar como un receptor de las preocupaciones y angustias que sufren las personas y la sociedad actual. Al hacerlo, evita que la teología caiga en la introversión y la ceguera frente a la realidad que la rodea. Para cumplir este rol, la teología práctica busca establecer el diálogo directo con las ciencias sociales y tomar consejo de ellas, ya que sólo así se obtendrá una visión acertada de la realidad. La teología práctica es el principal interlocutor entre la teología y las ciencias sociales.

De más está decir que el diálogo entre la teología práctica y la realidad debe ocurrir en el marco de una apropiada perspectiva teológica, la cual no será obviada, para que el diálogo no pierda su función teológica. Decir que su acción es una premisa para la teología no equivale a decir que su acción es anterior a la teología. Es necesario enfatizar esta aclaración para evitar el malentendido que ha surgido en la teología de la liberación, como si el «ver», —el primer paso de la conocida tríada «ver, juzgar y actuar»—fuese un acto objetivo, vacío de cualquier premisa teológica.

La teología práctica como conciencia crítica de la teología
     La teología práctica plantea el interrogante de hasta qué punto el propósito último de la teología puede ser alcanzado, y vale decir, convertirse en una práctica responsable y eficaz de la fe cristiana. Si la teología no se destina a transformar el mundo y la iglesia, pierde el lazo con el evangelio transformador y cuestionador de Jesucristo. Se convierte en una ciencia estéril. La teología práctica contribuye a preservar la pertinencia de la teología y la acción de la iglesia en la actualidad.

En otras palabras, la teología práctica determina si la práctica de la iglesia resulta coherente con los postulados y los discursos teológicos que proclama. En este sentido actúa como la conciencia crítica tanto de la teología y como de la iglesia, quien deberá ser una ecclesia semper reformanda para mantenerse fiel a su vocación. La teología práctica plantea si la iglesia tal como es hoy concuerda con la intención original del Señor de la iglesia. En las palabras de Rudolf Bohren [15], la pregunta formulada por la teología práctica para la verdad es la pregunta para la verdadera iglesia.

Aun así, la iglesia no puede limitarse a escuchar la crítica que surge desde ella misma. La teología práctica debe actuar como vocero para aquellos que, desde afuera, señalan las coherencias e incoherencias en su testimonio. Como puesto de atención y escucha para la iglesia, la teología práctica abogará por el mundo ante la iglesia.

Resulta evidente que para llevar a cabo esta tarea de crítica de manera efectiva, la teología práctica deberá estar adecuadamente equipada y desarrollar herramientas de análisis eficaces. Antes que nada, habrá de contar con criterio teológico y rigor metodológico para determinar si la crítica es válida. Si no, en el esfuerzo de actualizar la iglesia, la teología práctica puede terminar conformando la iglesia al mundo y negando su mandato profético.

El gran peligro de las afirmaciones desarrolladas anteriormente es que la teología práctica se convierta en un mero instrumento auxiliar de la teología, que recoge las preguntas y luego examina si las respuestas provistas por la teología son adecuadas. Es el riesgo ya mencionado de restringir la tarea de la teología práctica a algo anterior o posterior a la teología. Para asegurarle el estatus de disciplina teológica en su sentido más completo, es imprescindible definir su tarea como simultánea a la teología.

La falta de reconocimiento de un rol completamente teológico para la teología práctica deriva del abordaje deductivo que plantea usualmente la teología tradicional. La teología se basó siempre en meras presuposiciones filosóficas y metodológicas, y en una etapa posterior la teología práctica tuvo que encargarse de acercar aquellas verdades de la manera más comprensible posible a la gente común. Esto significa que al final la teología práctica terminó siendo un apéndice de la teología. La teología era una ciencia que funcionaba en un solo sentido: en primer lugar estaban las inferencias de las verdades reveladas, de las cuales la iglesia era receptora confiada; y recién allí se trataban los temas de la aplicabilidad. A lo sumo, la teología práctica se permitía hacer preguntas que la teología luego debía responder.

Cuando este esquema se expone y la situación social y la práctica de la fe que se aplican en él se toman en consideración, tanto el ministerio pastoral como la teología pastoral adquieren nuevo significado. El pueblo de Dios en su conjunto, y no solamente una casta de teólogos, se convierte en el sujeto de la teología. La praxis de la iglesia se convierte en un locus teológico, y la teología práctica, como su principal interlocutor, recobra su rol teológico así como su práctica.

Conclusión

He establecido que la tarea específica de la teología práctica es ser conciencia crítica para la iglesia y para la teología en sí, en el sentido de recordar su propósito primordial: la práctica eficaz de la fe. La teología práctica está comprometida a ceñir tanto la teología como la iglesia a la práctica.

La teología práctica sólo puede cumplir este rol si se encuentra permanentemente sintonizada con las necesidades y aspiraciones del mundo actual, razón por la cual reflexiona de modo crítico sobre la vida y accionar de la iglesia a medida que enfrenta los desafíos y condiciones socio-históricas de los tiempos modernos.

Su tarea es asegurarse de que la iglesia de Jesucristo continúa siendo un acontecimiento salvífico en el aquí y ahora. Retomando la metáfora del árbol que nos brinda Schleiermacher, la teología práctica es la copa de follaje que provee a su propio tronco de oxígeno para evitar que se marchite. La teología práctica apunta a ser el medio para que el Espíritu Santo mantenga a la iglesia en movimiento.

La teología práctica promueve el diálogo entre la jerarquía de la iglesia y los grupos de base, entre la iglesia y el mundo, entre la teología y las ciencias sociales. Es el punto de intersección donde se encuentran todos estos dominios.

Es el puesto de avanzada de la teología que la lleva a la base de la iglesia y más allá de sus muros, y al hacer esto actualiza la agenda de la teología, mientras que al mismo tiempo pone a prueba su eficacia. Al poseer un rol teológico, la teología práctica alimenta asimismo a la teología con la reflexión que realiza al frente de la iglesia y la sociedad.

El rol de la teología práctica de actualizar constantemente el testimonio de la iglesia no debería conducirla a adoptar cada nueva moda que surge y a someterse a una constante metamorfosis sólo por parecer moderna. Su compromiso con el mundo no debería conducirla a olvidar su compromiso mayor con el Evangelio. Por esta razón debe evitar el inmediatismo activista y en cambio, en cercana relación con las demás disciplinas teológicas, esforzarse constantemente por sostener una actitud reflexiva y autocrítica. Como conciencia práctica de la teología, la teología práctica debe ser consciente ella misma de las razones teológicas que la guían e inspiran.

 


1. Lothar Carlos Hoch es Doctor en Teología por la Universidad de Marburg, Alemania. Es pastor de la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana de Brasil, y profesor de aconsejamiento y psicología pastoral en la Escola Superior de Teología, São Leopoldo. Una versión anterior de este ensayo se publicó en inglés («The Struggle of Practical Theology in its Search for Identity. A Latin American Perspective») en William Gräb & Lars Charbonnier, eds., Secularization Theories, Religious Identity and Practical Theology. Developing International Practical Theology for the 21st Century. International Academy of Practical Theology, Lit Verlag, Berlin, 2009, págs. 243-251.

2. Karl Barth, Die protestantische Theologie im 19. Jahrhundert, EVZ, Zürich, 1947, págs. 379 ss.

3. Carta a Wilhelm von Humboldt, en Gerhard Krause,ed., Praktische Theologie, Texte zum Werden und Selbstverständnis der praktischen Disziplin der Evangelischen Theologie, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt, 1972, pág. 7 (traducción del autor).

4. Tomás de Aquino consideraba la sabiduría especulativa como divina, y en consecuencia sostenía que la vida especulativa simplemente era mejor que la activa (Cognitio speculativa est divina … quia est de rebus divinis e vita contemplativa simpliciter melior est quam activa); cf. Norbert Greinacher,«Theologie im Spannungsfeld von Theorie und Praxis», en Paul Neuenzeit, Die Funktion der Theologie in Kirche und Gesellschaft, Kösel, München, s.d., pág. 162. Lutero, con actitud desenmascaradamente polémica, y con su franqueza característica, dice literalmente: «La teología como ciencia especulativa es simplemente vanal» (Speculativa scientia theologorum est simpliciter vana). Y agrega: «La teología verdadera es práctica» (Vera theologia est practica). «Sin práctica, nadie puede ser erudito» (Sine practica kan niemand gelert sein). Ap. Jürgen Henkys, «Die Praktische Theologie», en, Handbuch der Praktischen Theologie, Evang. Verlagsanstalt, Berlin, 1975. v. 1, pág. 25. Cf. Walther von Loewenich, A teologia da cruz de Lutero, Sinodal, São Leopoldo, 1988, passim.

5. Paul Tillich, Teología sistemática, Paulinas, São Paulo; Sinodal São Leopoldo, 1984, pág. 37.

6. Ibid., pág. 36. Cabe la aclaración de que Tillich no es el único que piensa de esta manera. Aquí hago referencia a sus palabras en representación de un modelo. Además cabe mencionarse que Tillich considera la teología bíblica como parte de la teología histórica (c. pág. 33).

7. Ap. Karl Fritz Daiber, Grundriss der Praktischen Theologie als Handlungswissenschaft, Kaiser, München, 1977. pág. 75.

8. Ibid., pág. 74.

9. Ibid., pág. 61.

10. Ap. João Batista Libânio Teologia da libertação: roteiro didático para um estudo, Loyola, São Paulo, 1987, pág. 164.

11. Greinacher, op. cit., págs. 164ss.

12. Libânio, op. cit., págs. 161ss.

13. Ibid., págs. 162ss.

14. Para profundizar el estudio en esta temática, se puede consultar mi monografía, «Reflexões em torno do método da teologia prática», en: Cristoph SchneiderHarpprecht, coord., Teologia prática no contexto da América Latina. São Leopoldo: Sinodal: ASTE, 1998.

15. Ibid., pág. 384.


 

 
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