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Nº 110
Abril 2012

La otra mirada

Francisco Javier Pérez es el fundador y actual director de la ONG Vida y Libertad, dedicada a la ayuda de los niños en situación de riesgo en América Latina. Un hombre sensible y compasivo. Alguien que sabe ir a la esencia de las cosas, alguien que enseña con su vida. Lo sé. Es mi amigo.

En una de esas conversaciones «profundas» con él, me contó una historia que me conmovió. Tengo que contarla, porque lo que enseña el relato interpela y no deja indiferente. En realidad fue un acontecimiento que le ocurrió a Fco Javier en uno de sus viajes a Honduras. Siempre atento a las necesidades de su alrededor, puso oído a la petición que le hacía una mujer, pobre. Era una madre que pedía dinero para poder atender a su hijo muy enfermo. Quizás nos olvidemos que en muchos lugares del mundo, muchos niños no tienen un sistema de salud que se ocupe de ellos. Dependen de la misericordia de otros, de que se acuerden de ellos. Así que Fco Javier le dio un billete que equivaldría a unos 20 euros. Una cantidad significativa en ese país hermano. Con ello, esta madre podría quizás comprar medicinas o llevar a su hijo al médico.

Más tarde, cuando en la iglesia que visitaba se enteraron del gesto, se enfadaron con él. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué se enfadaban por un acto de misericordia? ¿Qué había hecho mal?
Entonces le explicaron que todo era mentira. Esta mujer iba contando esa historia por las iglesias para sacar un «dinerito», con el cuento de que su hijo estaba enfermo. Explotaba, digamos, la misericordia; especialmente de los extranjeros que visitaban la comunidad. Y aquí es donde el relato toma otro rumbo. Donde surge la sorpresa y nos sentimos interpelados. Todo tiene que ver con la reacción del engañado, del estafado.

Fco Javier al saber de la realidad de la situación les dijo: ¡Pues me alegro! ¡Qué bueno!

Los demás se quedaron perplejos. Le acaban de informar que le han engañado y exclama que le da alegría. ¿Cómo es posible?

Al preguntarle por esa reacción ilógica, su respuesta fueEso significa que su hijo… ¡ no está enfermo ! ¡Qué buena noticia!

Da qué pensar. Normalmente, reaccionamos según nuestra pérdida. Esta mujer me ha engañado. Y se ha llevado mi dinero. Ya no confiaré más. Esta es la reacción lógica. Basada en una idea de justicia. Lo que ha ocurrido ha revelado el lado oscuro de esa madre. Y la víctima somos nosotros. Bueno, es verdad. Lógico y Justo.

En una ocasión Jesús de Nazaret invitó a sus oyentes a ir más allá de la justicia lógica (Mt 5,20). Que pensemos desde otra perspectiva. Que tengamos otra mirada.

La mirada de la compasión, de la misericordia, del amor.

En la manera más natural que considerar la situación, el centro lo ocupa mi amigo. Es la víctima. En segundo lugar, la madre que es la culpable. El niño no ocupa lugar alguno.

En la otra mirada, el centro lo ocupa el hijo. A través de la actitud engañosa de la madre, se descubre que el  niño no está enfermo. Y de pronto esa constatación ocupa todo el espacio. Pero el que ama se alegra del bien donde lo encuentre y ya no necesita buscar culpables y víctimas.

Esta historia real me interpela, sacude mi conciencia, me hace reflexionar. ¿Cuál sería mi reacción?

¿Sentirme engañado reclamando una justicia lógica? ¿O al igual que mi amigo dejarme llevar por la otra mirada?

—Julian Mellado

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