Colección de lecturas
 

El final de 1 Tesalonicenses (3º de 10)
Que ninguno devuelva mal por mal
Dionisio Byler, Boletín CEMB Nº 64, enero 2001

Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.  —1 Tes. 5.15

Expresado de diversas maneras, este es uno de los temas que al figurar en los escritos de Pablo, nos indican a las claras que él recibió fielmente la misma enseñanza que los evangelios atribuyen a Jesús. Sabemos muy poco acerca de dónde y cómo recibió Pablo instrucción cristiana. Su profundo conocimiento de las Escrituras es fácilmente atribuible a su formación como fariseo; y lo mismo se puede decir acerca de gran parte de su pensamiento, que en muchos aspectos refleja lo mejor del pensamiento judío de su época. Sin embargo hay salidas como la de este versículo, que manifiestan que —fuese cual fuese su formación antes de adoptar el cristianismo— la enseñanza de Jesús hizo profunda mella en él.

Esta sentencia, «mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal», resume en pocas palabras la enseñanza que Jesús dio mediante ejemplos, según Mateo 5.39-41: A cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.Y al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa. Y cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos.

La enseñanza que Jesús había dado como guía para tratar al odiado legionario romano, sin embargo, Pablo la aplica aquí a la comunidad cristiana al decir «procurad siempre lo bueno los unos para con los otros». Esto sin duda habrá sorprendido a los que primero leyeron esta carta, si es que se conocían bien la tradición sobre las palabras de Jesús.

Bien es cierto que al añadir «y para con todos», Pablo no excluye que se trate así a enemigos violentos tales como un funcionario del invasor. Sin embargo ahora añade, como novedad, que la misma lógica ha de emplearse cuando nos encontramos en conflictos de mucho menos monta, típicos de la convivencia cristiana. Ya no se trata, por lo menos no exclusivamente, de un método de resistencia no violenta contra el romano (al girar la cara ofreciendo la mejilla izquierda cuando un soldado diestro intenta abofetearte la mejilla derecha, haces materialmente imposible el gesto altivo e insultante de darle a tu rostro con el revés de su mano; y así los demás ejemplos de Jesús). Sino que ahora, en Pablo, se trata de interiorizar una filosofía de vida que te predispone a no devolver mal por mal en ningún tipo de circunstancia. Incluso aquellas circunstancias donde no existe ese mismo desequilibrio de poder que hace de la no violencia la única vía prudente de resistencia.

¿Por qué no devolver nunca mal por mal, en ninguna circunstancia? Pablo no lo explica, a no ser que tal vez toda la carta de 1 Tesalonicenses haga en este caso de explicación respecto a una conducta tan extraordinaria como esta que recomienda.

1 Tesalonicenses es una carta de amor. Abre con un recital del amor de Pablo por los cristianos de Tesalónica y de los cristianos de Tesalónica por él, para luego seguir y seguir en esa vena. Sirva un versículo, a mediados de la carta, como botón de muestra: Pero ahora Timoteo ha regresado de vosotros a nosotros, y nos ha traído buenas noticias de vuestra fe y amor y de que siempre tenéis buen recuerdo de nosotros, añorando vernos, como también nosotros a vosotros (3.6). Ese amor llega incluso a los compañeros que han fallecido, por lo que al terminar el capítulo 4 y empezar el 5, Pablo consuela a sus lectores con revelaciones acerca de la esperanza respecto a los que mueren en Cristo. Está claro: para Pablo la comunidad cristiana es una comunidad de amor, un amor eterno, más fuerte que la muerte, más fuerte que las distancias y las vicisitudes de la vida que separan a los hermanos.

Pero hay más: ese amor que inspira esa conducta instruida —la de no devolver mal por mal a nadie— está sólidamente basada en el hecho de la cruz de Jesús. Porque me parece que Pablo ve en el hecho de la cruz no ya sólo a Jesús ofreciendo un acto de resistencia no violenta contra los violadores de derechos humanos, sino también al Padre venciendo con un amor no violento el pecado y la crueldad de la humanidad. No devolver mal por mal sería según la cruz entonces, no sólo una táctica para los que jamás pueden esperar conseguir nada por la fuerza (por carecer de poder). Sino que esa resistencia no violenta —no devolver mal por mal— es también el único método que ha hallado Dios, a pesar de su poder y su fuerza, para conseguir ablandar los corazones de los que no le amaban.

Y si es la única manera que ha hallado Dios para conseguir la reconciliación, será que no hay otra.

 
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