Jesús

Parábolas para un mundo que vive a corto plazo
por José Luis Suárez

Con este artículo inicio una serie de parábolas, algunas muy conocidas, otras algo menos y otras desconocidas para muchos. Todas ellas tienen como objetivo entender mejor el mensaje de Jesús y ponerlo en práctica en un mundo que vive a corto plazo.

Las parábolas que irán apareciendo cada mes en El Mensajero de alguna manera serán la continuación de mi libro Metamorfosis: La madurez cristiana, en un mundo cambiante (Biblioteca Menno, 2013).

A lo largo de los artículos saldrán algunas historias que se encuentran en el libro, ya que la mayoría de lectores de El Mensajero no llegarán a leerlo y, además, porque las historias, como el mensaje que se desprende de cada una de ellas, tendrán un enfoque diferente a las que se encuentra en el libro.

A modo de presentación, señalo que cada artículo tendrá cuatro apartados:

  1. Algunos comentarios acerca del valor de las parábolas y cómo entenderlas.
  2. Narración de la parábola.
  3. Unas palabras acerca de lo que considero el mensaje que se desprende de cada una de ellas.
  4. Frases para un mundo que vive a corto plazo.

1. El valor de las parábolas

En muchos círculos, sean seculares o religiosos, el legado que nos ha dejado la historia, así como la enseñanza de los textos sagrados, se exponen en términos meramente intelectuales. Pero un nuevo amanecer se está dando tanto en el mundo de las religiones como en la sociedad secular en la que nos ha tocado vivir. Hoy soplan nuevos vientos, cada vez con más fuerza, en los que se descubre el valor de parábolas como las que contó Jesús, el gran maestro en el arte de la comunicación.

Jesús debió tener alguna buena razón para enseñar en parábolas. Lo hizo usando situaciones sencillas y cotidianas de la vida de aquellos a los que hablaba, cuando su intención era mostrarles cómo se vive en el Reino de Dios que él vino a inaugurar.

Las parábolas, fábulas, cuentos, alegorías, historias, proverbios y leyendas, han sido populares a través de la historia de todos los pueblos y culturas. Ellas tienen muy a menudo una fuerza expresiva muy superior al lenguaje ordinario o a los argumentos racionales que se desea exponer.

Una parábola nos permite la mayoría de las veces descubrir una verdad mejor que una erudita conferencia. No debemos olvidar que no es lo mismo conocimiento que verdad. El conocimiento tiene que ver primero con la acumulación de hechos. La verdad, como dijo el sabio Aristóteles, es «un curioso tipo de saber que no se funda en las palabras, sino en los hechos». Porque entender algo no es lo mismo que experimentarlo.

Las parábolas nos ayudan a darnos cuenta de una realidad concreta, no meramente a comprenderla. Nos pone en contacto con nuestra situación personal.

Es por ello que las parábolas sacadas de contextos sociales, religiosos y culturales muy diversos y en épocas de la historia muy diferentes, serán un desafío muy práctico para nuestra vida cotidiana como seguidores de Jesús.

2. Los enfados y sus consecuencias

Clavos

Había una vez un niño que tenía muy mal carácter y se peleaba con todo el mundo. Un día su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo:

—Cada vez que pierdas la calma, cada vez que te enfades con otra persona, irás a clavar un clavo en la puerta de madera que valla nuestro jardín.

Así pues, cada vez que el niño se enojaba con alguien, tomaba el martillo y clavaba un clavo en la puerta. En poco tiempo había clavado cuarenta clavos. Sin embargo, a medida que clavaba los clavos se fue calmando, porque descubrió que era mucho más fácil controlar su carácter que clavar los clavos en la madera.

Pasaron los meses, y el niño dijo a su padre:

—Papá, en las últimas semanas no me he peleado con nadie.

Su padre le sugirió que cada día que controlara su carácter sacara un clavo de la puerta.

 Los días pasaron y el joven fue sacando clavo tras clavo; hasta que un día el hijo, muy orgulloso, se acercó al padre y le anunció:

—Papá, ya he sacado todos los clavos de la puerta.

El padre después de abrazarle y darle un beso, le llevó delante de la puerta donde ya no había ningún clavo y le dijo:

—Has hecho muy bien hijo mío, pero fíjate en todos los agujeros que han quedado. Esta madera ya nunca será la misma de antes. Cuando te enfadas con otra persona dejas cicatrices como este agujero de la puerta. El daño ya está hecho. Aunque pidas perdón, allí donde hayas dado un golpe habrá quedado una herida.

3. Temas de reflexión que se desprenden de esta parábola

Violencia, peleas, provocaciones, disculpas, perdón, agresividad, ofensas, justicia restaurativa. Lucas 19,9.

4. Frase para un mundo que vive a corto plazo

Si das un pescado a un hombre hambriento, le nutres una jornada. Si le enseñas a pescar le nutrirás toda la vida (Lao Tsé).