La vacuna de marras

4 de enero de 2021 • Lectura: 4 min.
Foto: Connie Bentson

Estos días me ha llegado una consulta que quiero compartir aquí. A la persona que me escribió estoy seguro que no le importaría que citase aquí su nombre, pero como menciona las redes sociales y pienso que eso tal vez pudiera suponerle alguna repercusión, he decidido dejarlo en el anonimato.

Hola Dionisio, Dios le bendiga.

Me gustaría compartirle algo. He notado (supongo que usted también) que últimamente las redes sociales se están llenando de predicadores con posturas escatológicas que parecen sacadas de una película de ciencia ficción, con el tema de la vacuna. «Eso lleva un chip». «Eso es la marca de la bestia». «En mayo es el rapto». «Eso está formado de fetos de bebés». «Eso modifica tu ADN». «La vacuna lleva sida».

O también acusaciones como: «El que se vacuna demuestra que no confía en Dios». (Yo personalmente conozco a un enfermero cristiano que se vacunó y sigue adorando al Señor como siempre.)

¿Qué ganan esos predicadores asustando a la gente?

Sinceramente yo me pregunto: ¿el trabajo de un pastor no es guiar a su congregación e instruirla a vivir como Dios demanda en su Palabra? Algunos incluso prohíben a sus miembros ponerse la vacuna.

Me gustaría saber su opinión. ¿A qué cree que se debe la proliferación de este tipo de mensaje en determinadas iglesias?

He decidido reducir mi consumo de Internet.

A continuación, mi respuesta:

En primer lugar, he de confesarte que no estoy en redes sociales, con la excepción de Whatsapp, con la que me comunico con mi familia y allegados. Siempre decía que no tenía tiempo para las redes sociales, y que cuando me jubilase seguramente abriría una cuenta de Facebook. Tengo 71 años y varios años jubilado, y todavía no me he sentido motivado. Así que no he podido observar el fenómeno que tú comentas. Uso internet, sí, pero para leer la prensa y otros sitios con información de fiar. Recurro por ejemplo con cierta frecuencia a la Wikipedia. Y a veces me entretengo con vídeos de YouTube; así que no renuncio en absoluto a internet.

Ahora, para entrar al grano:

Históricamente, siempre que ha habido tiempos difíciles (guerras, hambruna, terremotos, peste, etc.) ha habido a la vez un auge considerable de pronósticos apocalípticos de presuntos sabios y entendidos que alegan conocer los planes de Dios y anuncian la inminente llegada del Señor Jesús. También ha sucedido al cabo de cada milenio: acercándose el año 1.000 d.C., y también hace 21-22 años.

¿Qué es lo que ganan? No lo tengo nada claro, por cuanto si estuvieran pensando con claridad podrían darse cuenta que la fama y el renombre que pueden adquirir a corto plazo, se esfumará en ridículo cuando sus adivinaciones sobre el futuro no se cumplen. Pero me parece que no piensan con claridad, sino que se autoconvencen de ser genuinos portavoces de Dios, con conocimientos esotéricos privilegiados, espiritualmente adquiridos por revelación divina. Nunca conviene subestimar la capacidad del corazón humano para autoengañarse.

Luego también —aunque no querría pensar que entre los tales se encuentran predicadores cristianos— hay gente malvada, perversa, que se divierte inventando y difundiendo bulos por la fascinación de descubrir hasta dónde pueden llegar sus engaños maliciosos. Supongo que también puede ser que algunos de estos fabuladores no sean gente malvada, sino solamente trastornados mentales cuya psicosis les lleva a «descubrir» complots malignos y conspiraciones oscuras donde no hay nada.

Los bulos en contra de las vacunas no son nada nuevo. El caso es que todas las vacunas que ha habido, y estas nuevas contra covid también, tienen algunos resultados adversos en un número muy reducido de vacunados, y carecen además de un 100 % de efectividad. Las de covid son inusualmente efectivas, con una efectividad de 96 y pico por ciento; pero eso significa que cuatro de cada cien vacunados no adquirirá con ellas inmunidad; y mientras tanto, algunas pocas personas sufren efectos indeseados.

Todo esto puede inspirar a personas especialmente suspicaces y recelosas, tendentes a imaginar conspiraciones malvadas donde no las hay, a despotricar en general contra todas las vacunas y contra estas en particular. No ayuda nada el que las empresas farmacéuticas, si bien es cierto han invertido cantidades ingentes de dinero en desarrollar sus productos, son negocios que producen pingües beneficios a sus inversores, lo cual alimenta los recelos de los suspicaces.

El falso dilema de si vacunarse o confiar en Dios es tema aparte, de la misma clase que sufren quienes no toman medicamentos de ningún tipo o se resisten a usar gafas porque piensan que hay que elegir entre la fe y la ciencia humana. En algunas de mis entradas recientes en mi blog, he escrito sobre la importancia de la sabiduría en el testimonio bíblico. Jesús, hombre sabio donde los haya, dijo que «la sabiduría se acredita con los hechos» (Mt 11,19).

Dicho en pocas palabras y con claridad: quien «por fe» renuncia a la sabiduría, puede que tenga fe, pero no quita que sea un necio de tomo y lomo. El estúpido con fe no deja de ser estúpido; y la fe no le quitará la estupidez, que solo se quita adquiriendo sabiduría.

Yo pienso ponerme la vacuna de covid en cuanto me citen a mi Centro de Salud. La espero con cierta impaciencia, por las ganas que tengo de pasar página a esta peste.

1 comentario en «La vacuna de marras»

  1. Gracias de nuevo por tu punto de vista en tan polémico tema, estoy de acuerdo que ni los cristianos conversos ni los conspiracionistas cristianos deben ocupar el lugar de Dios, para manipular a otros. Cada uno debe actuar con la ayuda de nuestro Señor, con fe y oración según su propio criterio. Creo que todo en extremis no es bueno, es mi parecer.

    Bendiciones una vez más

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