El Mensajero
Nº 98
Marzo 2011
Haití

La familia mundial menonita se solidariza con Haití

Akron, Pensilvania (USA), 11 enero, 2011 — Desde Paraguay, Nicaragua y Costa Rica, llegaron voluntarios por medio del Comité Central Menonita (MCC) para trabajar junto con los propios haitianos, en la limpieza de los escombros dejados por el terremoto devastador que asoló la nación isleña hace un año, el 12 de enero de 2010.

Además, hubo personas en 39 países que donaron dinero a MCC para contribuir a Haití.  Por poner unos ejemplos, llegaron donaciones desde la iglesia Hermanos en Cristo en Zimbabwe, pero también desde una organización musulmana con que colabora MCC en Bosnia y Herzegovina.

Aunque los voluntarios, las donaciones y los recursos llegaron principalmente desde Canadá y Estados Unidos, la inmensidad de este desastre hizo que se juntasen en un mismo propósito personas de todo el mundo, hasta alcanzar la cifra de 14 millones de dólares que ha podido aportar MCC a la recuperación de Haití.

—Esa es la visión de futuro que tenemos como meta —indicó Arli Klassen, director ejecutivo de MCC—.  Que desde una multitud de países diferentes todos ayuden, todos aporten recursos, en todas las direcciones, para socorrer a los necesitados en una multitud de países.

—En el desastre de Haití, hasta las iglesias en lugares con una conmovedora necesidad propia, tales como la República del Congo o Zimbabwe, se esforzaron por aportar.

Los menonitas de la República Dominicana, que comparte la isla de La Española con Haití, se encontraron entre los primeros en brindar auxilio, ayudando con el envío de recursos y el alojamiento de voluntarios de camino a Haití.  Por cuanto el puerto de Port-au-Prince se encontraba impracticable durante los primeros meses, la mayoría de las provisiones entraron por el de Santo Domingo.

—En cuanto la comunidad menonita de la República Dominicana se enteró de esta emergencia, expresaron su disposición a ayudar —según Aura «Pancha» Moreno, la coordinadora del programa de MCC en Haití denominado Connecting People («Interconexión de Personas»).  Moreno vive ahora en Staunton, Virginia (USA).

—Trajeron arroz, harina de maíz, cubos, agua, lonas, lejía, alubias y aceite.  ¡Era increíble! —dijo Moreno.  Las provisiones fueron distribuidas en la iglesia de Croix-des-Bouquet, de Assamblée de la Grace, una conferencia de iglesias menonitas.

El Dr. Miqueas Ramírez, un oftalmólogo que es uno de los tres pastores de la Iglesia Evangélica Menonita Luz y Vida, acompañó el camión de víveres que se repartió una semana después del terremoto.

—Queríamos que sintiesen nuestro amor, que somos parte de una misma nación de Dios, sin tener en cuenta de dónde venimos ni de qué raza somos —dijo Ramírez.

Él y el pastor Lesly Bertrand, un supervisor de Assamblée de la Grace, veían como muy positiva la conexión, como punto de partida para una mayor cooperación entre las iglesias menonitas en Haití y la República Dominicana; dos países que tienen una larga historia de separación racial, política y cultural.

Ex-voluntarios en Haití de Canadá y Estados Unidos, que hablaban por consiguiente a la perfección la lengua Creole, se hacían relevos durante los primeros meses, para ayudar a los voluntarios de MCC y en la exploración de necesidades de salud pública.  Mientras un equipo de 15 ingenieros estructurales evaluaban la integridad de edificios en Haití, otros en Canadá y Estados Unidos se ofrecían voluntarios o donaban recursos materiales, entre los que hay que destacar 34.072 paquetes de artículos de primera necesidad y 26.712 mantas.  También escribían cheques y organizaban eventos para recaudar fondos.

En julio, nueve menonitas de Paraguay ofrecieron sus fuerzas y sudor para ayudar a despejar los escombros.  El equipo Trabajar y Aprender se marchó con una nueva comprensión de los difíciles retos que han de afrontar sus hermanos y hermanas en Haití.  Hubo que trabajar durante seis días arduos, codo con codo con nueve haitianos, para conseguir despejar, a mano, una sola parcela.

—He aprendido gracias a estas personas, que lo han perdido casi todo pero que sin embargo no perdieron su fe que Dios les mandaría auxilio…  He aprendido que tengo que confiar más en Dios y ser más agradecido por lo que tenemos —dijo Johny Schroeder, un miembro del equipo de Paraguay.

La relación entre los miembros del equipo Trabajar y Arender de Paraguay, Guatemala y Costa Rica, contribuyó a que se desvencijaran algunas ideas preconcebidas y falsas de cómo es el que viene de otro trasfondo, comentó Moreno.

—Ahora Haití es mucho más que un puntito en el mapamundi; es un país —dijo Moreno, refiriéndose a los miembros del equipo—.  Después de su voluntariado, pueden decir: «Ahora tengo amigos ahí».

Un equipo, de Canadá, trabajó en un proyecto de reforestación en Agosto; en octubre, otro equipo, de USA, construyó una rampa de acceso para discapacitados.  Al igual que tantos otros equipos, al volver a casa contaban acerca de la nueva comprensión que tienen de la situación de Haití.

Otros, de todo el mundo, dieron dinero para apoyar la labor de MCC en Haití.  El obispo Danisa Ndlovu, de la iglesia Hermanos en Cristo en Zimbabwe, pidió que una ofrenda que se había recogido cuando su consagración para un nuevo período de servicio episcopal, se mandara a Haití.  Esa iglesia donó 2.300 dólares.

—Creo que es fácil de comprender —opinó Ndlovu, que es a la vez presidente del Congreso Mundial Menonita—.  Cuando el desastre azota en otros lugares, no importa la cantidad; lo que importa es lo que hay en el corazón.

En Bosnia y Herzegovina, Merhamet, una organización solidaria musulmana con que colabora MCC, decidió reunir dinero para mandar a Haití.  Merhamet consiguió reunir 29.000 dólares en comunidades que ya sabían lo que es recibir auxilio de esa organización así como de MCC.

—Los desastres pueden dejar ver lo mejor que hay en la gente, en la medida que intentan mostrar el amor de Dios para con los que han sufrido una tragedia sin que tengan culpa en ello —opina Daryl Yoder-Bontrager, director regional de MCC para América Latina y el Caribe.

—Cuando las personas se acercan a los que han sobrevivido un desastre, sin embargo, aprenden muy rápido que dar, lo que es dar, es una calle de ida y vuelta; que se recibe tanto como lo que se da.  Cuando todos se dan cuenta que tanto «el que da» como «el que recibe» tienen mucho que aportar mutuamente a la vida del otro, entonces empiezan a generarse conexiones emocionantes y vitales que traspasan las fronteras entre países culturas.  Así se construye la dignidad de todos en tanto que hijos de Dios.

[Por Linda Espenshade, coordinadora de noticias para MCC; tradujo D.B. para El Mensajero, de un comunicado de prensa del Congreso Mundial Menonita.]

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Foto: MCC/Ben Depp

Herbert Funk, a la izquierda, y otros miembros del equipo Trabajar y Aprender, de Paraguay, despejan los escombros de la casa de Adral y Marie Sylvain, en Port-au-Prince, que se desplomó durante el terremoto del 12 de enero.  Despejar la parcela permitió que el matrimonio Silvain, que trabaja con MCC y tiene cuatro hijos, construyera un refugio de madera y chapa.