albañiles

Archivo histórico
Ejemplos de discipulado cristiano
por J. C. Wenger [1]

Podemos aprender mucho acerca del discipulado simplemente observando a los discípulos. Los evangelios y el libro bíblico de los Hechos son constancias inspiradas por Dios que tenemos acerca de los antiguos discípulos. Mucho es lo que podemos aprender de ellos, aunque vivamos en un mundo muy distinto.

Nuestro problema es este: ¿Cómo demostramos ser discípulos? Examinemos la vida de varios discípulos de Jesús que vivieron en tiempos actuales.

Albano Luayza (Argentina)

A la edad de veinte años, como muchos de los ciudadanos de su país, Albano marchó al servicio militar. Para muchos este ha sido la encrucijada de la vida cuando han tomado las decisiones más difíciles, mientras que para otros es solo un alto en el camino. Pero para Albano Luayza fue allí, mientras estaba en el servicio militar, que oyó el llamado del Señor. Dios ponía en su vida un Maestro nuevo a quien servir. Muchos cuando reciben ese llamado necesitan tiempo y meditación. Él sin vacilación, en sus propias palabras, contestó: «Me parece que Dios me ha llamado a usar Su espada: Su Palabra y Su Espíritu, con ella pelearé».

Entre 1908 y 1977, por 69 años, se dedicó a servir y predicar aquel mensaje que dentro de sí mismo vivía. Albano Luayza había tenido esa experiencia que es particular a cada uno de nosotros. En su caso, al haber ocurrido en ese lugar y en esa ocasión de su vida, era una paradoja.
En uno de sus escritos acerca de la obra de evangelización, tema suyo preferido, escribió: «Con los ojos puestos en Cristo y recordando las palabras de Caleb, subamos luego y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos (Nu 13,30). Venceremos al mundo con su pecado, si mantenemos nuestros ojos puestos en nuestro Capitán.

A su muerte alguien escribió: «El viejo “caballo de guerra” y “gaucho bravo”, como fue llamado afectuosamente en muchas oportunidades, finalmente ha callado, a no ser por las eternas alabanzas que su testimonio retumbará a través de las edades».

J. Gallardo (México)

Una tarde sentado debajo de un árbol, relataba su historia de cómo Dios había cambiado su vida.

—Mi historia —dijo—, se remonta a la guerra civil de México donde tuve que pelear como ciudadano.

Un día Gallardo oyó la predicación de la Palabra de Dios y se convirtió. Una de las dificultades que tenía era comprender cómo Dios podría perdonar todos esos pecados que había cometido, y que ahora reconocía.

—«No puede haber un Dios así», decía. Me llevó mucho tiempo comprender esa realidad, pero cuando lo hice, hubo paz y tranquilidad en mi corazón.
A una edad ya avanzada Gallardo podía testificar de ese encuentro que había tenido con Cristo y cómo podía disfrutar de esa tranquilidad de espíritu. No solo vivía esa paz sino que la compartía con otros.

Un albañil cristiano (Uruguay)

«¡Qué carta más interesante!», pensó el pastor de la iglesia mientras abría un sobre con la dirección: «Iglesia menonita, Vilardebó 980, Montevideo, Uruguay».  La carta decía:

Estimado pastor:

Hace unos años conocí a alguien que me hizo conocer el evangelio. Se identificó como menonita. Hoy mientras hojeaba la guía telefónica veo la dirección de una iglesia menonita en esta ciudad. ¿Me podría escribir y decirme algo más sobre los menonitas? Se lo agradeceré.

Saluda a Vd., R. R.

El pastor visitó a René, el interesado, en su trabajo, a quien encontró muy deseoso de saber más acerca de los menonitas. René hizo referencia al testimonio que hace muchos años había sido dado por un creyente de la iglesia menonita:

«Era un hombre ya de edad avanzada. Era albañil; se dedicaba a levantar paredes. Me impresionó porque era diferente a los demás. El nombre de él no lo recuerdo, pero sí recuerdo su honestidad, su diligencia en el trabajo, y su bondad con las personas que trabajaban bajo su dirección. El resto del tiempo, durante su descanso, leía la Biblia. No solo la leía para sí, sino que la compartía con aquellos que querían escuchar. Yo cambié de trabajo, pero nunca pude olvidar el testimonio de aquel albañil que hablaba y mostraba su entrega al discipulado de su Maestro».


1. Los discípulos de Jesús, por J. C. Wenger, trad. de E. Suárez Vilela (EEUU: Herald Press, 1979), pp. 9-12.