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  Nº 118
Enero 2013
 
  Tierra

Cómo afirmar la existencia de Dios

Una pregunta que nos hacemos a menudo es cómo afirmar la existencia de Dios. La teología y la filosofía dan buenos argumentos, como por ejemplo los que aporta Anthony Flew (que fue ateo por más de 50 años) en su libro Dios existe, que escribió poco antes de fallecer.

Pero podríamos seguir un camino diferente como el que señala Marcel Légaut, el gran pensador francés. En mi caso, me ayudó a afirmar a Dios cada día más. He aquí una frase clave de Marcel:

«En el corazón mismo del misterio humano existen las huellas de una acción que no es sólo del hombre y que podemos referir a Dios, sin llegar a una representación bien definida de Dios, como las que en el pasado los hombres han utilizado de una manera tan espontánea y tan pueril».

Descubrimos a Dios desde lo vivido en nuestra vida. En lo más profundo hay «Algo» que nos humaniza. Es Dios, quien con su extraña presencia suscita en nosotros el amor, el compromiso con otros, la justicia y la libertad. Pero creo que aún hay más. Esa experiencia de lo vivido en profundidad, desvela lo que llamamos «la gracia». O sea, el sabernos aceptados, un gran sí a nuestra vida, a pesar de tantos errores y miseria. Muchas veces esa presencia de Dios la descubrimos a posteriori, en la reflexión profunda, y nos pasa lo de Jacob: «Dios estaba aquí y yo no lo sabía».

Frente al mal, Dios es quien nos empuja a no conformarnos, a luchar, a decir no, pero lo hace desde nuestro interior, desde nuestro dolor. Surge como una Voz, una exigencia íntima, una fuerza que nos impulsa. Esta presencia no es definible, pues es vivida por cada uno según lo que cada uno es. Pero Dios es real, presente. Como dice Légaut, está en el corazón mismo del misterio humano.

Y ahí radica la sabiduría, el saber discernir esa acción que no es sólo del hombre, pero que está en él. En los momentos de mayor lucidez caemos en la cuenta de ello. En el fondo estamos hablando del «Abba» de Jesús. El Espíritu que todo lo dinamiza con su compasión, que vivifica.

Debemos aprender a «escucharnos». Es lo que pedía Frederick Buechner:

«Escuchad a vuestra vida. Escuchad lo que pasa en vosotros, porque Dios habla a través de lo que os pasa. […] Es un lenguaje que no siempre es fácil de descifrar, pero está ahí, poderosamente, memorablemente, inolvidablemente».

La clave está en aprender a escuchar la Vida para descubrir el Misterio que nos habita. Una Realidad de Bondad. El Dios de Jesús.

—Julián Mellado

 
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