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  Nº 128
Diciembre 2013
 
  flor

La vida se abre camino
por Julián Mellado

Muchas veces Jesús de Nazaret tomaba de la naturaleza grandes enseñanzas que luego compartía con sus discípulos y con aquellos que quisieran oír. Para él, los campos, las montañas, los árboles , las plantas y las flores eran libros abiertos donde cada uno podía leer mensajes vivificadores. No estamos muy acostumbrados a ese tipo de «lectura», quizás debido a que vivimos en ambientes urbanos donde se nos hace difícil inspirarnos. La gente que vive en zonas rurales comprende mejor estas cosas. Por algo Jesús fue «de pueblo» y no de la gran ciudad.

No obstante, a pesar de que soy un «urbanita», hace unos años me encontré con una de esas lecturas. Fue impactante y nunca la he olvidado. Estaba en una aldea de montaña. Junto a una casa, habían cubierta un área con cemento. Un tanto extraño, era verdad. Pero lo extraordinario se encontraba en otra cosa. La zona cementada tenía una pequeña fisura de donde había nacido una preciosa flor. Y no era pequeña. Se podía apreciar cómo había luchado por salir, a pesar  del cemento que pretendía retenerla.

Cuando recuerdo la escena me viene a la memoria unas palabras que oí en una película: La vida se abre camino.

A veces tenemos la sensación de que nos han echado cemento encima. Algo que nos aplasta, nos impide crecer. Es esa sensación de que «Ya no tengo solución», que «No hay salidas». Parece que la vida se ha detenido, que ya no avanzamos. Y que no podemos más. Son situaciones que, me imagino, en algún momento de nuestras vidas, todos hemos experimentado. Yo también.

Pero a veces mi cerebro busca en el recuerdo alguna respuesta y entonces se me aparece esa escena, sencilla, bella y profundamente significativa. Porque esa imagen nos habla, llama e impacta. No, el poder no está en el cemento, sino en la vida que busca la luz.

Una pequeña fisura, apenas perceptible, hizo que la semilla de vida se precipitara hacia la luz. La flor empezó a crecer hasta sobresalir. Rodeada de cemento, pero llena de vida.

En nosotros existe lo que busca la Luz, la Vida que pide abrirse camino a pesar de lo que nos aplasta o paraliza. Sólo se necesita una pequeña fisura a modo de una ilusión, una experiencia inesperada o un encuentro sorprendente no previsto. Y notamos en nosotros que algo «se mueve», como si se nos dijeran «Todavía no es el final». Es asombroso observar cómo hay personas que superan lo inimaginable, se levantan tras haber caído, apuestan por la vida aunque hayan pasado por las sombras de muerte. Recordemos que «los cementos» sólo sirven para tapar, bloquear, poner firme. Pero la Flor es movimiento, búsqueda de luz, enraizada en tierra y agua. A simple vista no se ve, pero está. No te desesperes, tú eres esa flor en búsqueda de los rayos de sol y una simple fisura en el desánimo es suficiente para que las cosas cambien. Al final la Flor resultará ser más fuerte que el cemento.

Sí, aquellas palabras eran ciertas: La vida se abre camino.

 
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