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  Nº 131
Marzo 2014
 
  Tormenta

Paz en la tormenta
Juan Ferreira

Hay una canción que dice:

Puedes tener paz en la tormenta,
bella esperanza cuando no puedas seguir.
Y aun en conjunto hecho pedazos,
el Señor guiará tus pasos:
Puedes tener paz en la tormenta.

Oyendo esta canción me voy rápidamente al libro de Hebreos, capítulo 4, verso 10:

Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.

Me impactó mucho este verso. En ocasiones vivimos tan agobiados por hacer la obra que es de Dios, que nos olvidamos precisamente de eso: que es de Dios, personalmente. He estado atravesando un tiempo difícil. Sé que es parte del proceso de todo siervo del Señor que tenga verdadero llamado: Pablo en prisiones, naufragios, dificultades, etc., aprendió que sólo en el reposo del Señor es donde podría tener victoria. José, de la misma manera cuando se hacía injusticia con él.

Pero nosotros en este siglo, en vez de imitar a aquellos hombres de Dios, hacemos lo contrario: nos agobiamos. Sí, es verdad que es con buena intención. Vemos que se acaba el tiempo —que la venida del Señor está cerca— y queremos que más almas se salven. Yo me despierto por las mañanas pensando de qué manera puedo hacer crecer la obra que es de Dios. Pero días atrás me ministra fuertemente esta canción y este verso. Entonces me hago la reflexión: ¡Entremos en su reposo! Si Dios, siendo el hacedor de todas las cosas, se tomó un día de reposo, ¿quiénes somos nosotros para no hacerlo?

Es curioso que sea yo quien escriba esto, porque soy el primero en no cumplirlo. Pero le he prometido al Señor —y me lo he prometido a mí mismo— entrar en su reposo. Porque sólo en su reposo, en su regazo, hay paz. Y al haber paz, hay visión. En la angustia, la visión se pierde. No se debe tomar decisiones en tiempo de angustia. El salmista en plena guerra decía: «En lugares de delicados pastos me hará reposar». ¿Cuántas veces habremos repetido esto en nuestras congregaciones? Y los hermanos han obtenido paz al oírnos.

¿Pero nosotros? ¿Seremos capaces de entrar en su reposo?¿ Sabremos descansar de esta obra —que no es nuestra? Debo confesar que estoy pasando duros momentos. Pero sé que según su palabra, tengo la opción de descansar en el, reposar de su obra. En definitiva, que en medio de estos vientos fuertes de estas circunstancias, gracias doy a mi Dios, que puedo «tener paz en la tormenta». Y además, esa «bella esperanza cuando creo que no puedo seguir». Así que, hermanos, no cometáis el mismo error que muchos de nosotros hemos cometido. Reposemos de esta obra, así como hasta el mismo Dios reposó de las suyas.

 

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