Colección de lecturas
 

Corrientes anabaptistas
La historia en conversación con el presente


Anabaptist Currents: History in Conversation with the Present
Carl F. Bowman and Stephen L. Longenecker, eds.
Copyright © 1995 Forum for Religious Studies
Bridgewater College — Bridgewater, Virginia (USA)
Traducción: Dionisio Byler, 2008, para www.menonitas.org


Conversación I
Maneras anabaptistas de entender el pecado

  1. Maneras de entender el pecado. Bendición original y el segundo Adán
    por Dale W. Brown
  2. Maneras de entender el pecado. Aplicaciones y perspectivas
    por Dawn Ottoni-Wilhelm

«Pecadores en las manos de un Dios lleno de ira» —escribió Jonathan Edwards, para describir la relación entre los puritanos del siglo XVIII y su Hacedor.  Esa frase inolvidable de Edwards dibuja a los seres humanos —incluso los creyentes— como predestinados, distantes de Dios y sobre todo, pecadores innatos.  En contraste con esta imagen tan ominosa, Dale Brown y Dawn Ottoni Wilhelm opinan que el anabaptismo nos presenta una teología más esperanzadora.  Aunque el anabaptismo reconoce la inclinación humana al pecado, también enseña que Dios creó a los seres humanos con bondad innata.

El ensayo de Brown, un estudio histórico de la teología anabaptista, halla tres formas particularmente anabaptistas de entender el pecado: (1) la bendición original; (2) el libre albedrío y la responsabilidad moral; y (3) redención del pecado por medio de Cristo.  De ello, los anabaptistas primitivos dedujeron que algunos elementos de la imagen divina sobreviven la caída y que Cristo, el «segundo Adán», puede liberar a todos del pecado que heredaron del «primer Adán».  Wilhelm, pastor de una congregación, sugiere que estas ideas históricas pueden tener aplicación contemporánea, especialmente respecto al diálogo entre religiones, el bautismo y la conversión, el Love Feast [1] y el papel de los niños en la comunidad.  En lugar de centrase en el castigo del pecado, ella enfatiza las consecuencias de no entenderlo.

Vistos juntos, Brown y Wilhelm ofrecen muchas lecciones que pueden derivar los cristianos modernos de la tradición anabaptista.  Ambos atacan el legalismo.  Mientras Brown aconseja que no se ignore el pecado, también nos advierte que no debemos endiosar un estilo de vida; y Wilhelm dice que las denominaciones deberían definirse por sus creencias (es decir, por «el Señor a quien aman») en lugar de definirse por sus prácticas o reglas específicas.  Brown insta a los pacifistas en las iglesias de paz, que eviten un humanismo cándido que olvida que la bondad es un don recibido como obra de gracia; y Wilhelm lamenta que sean frecuentemente sentimientos de culpabilidad y de imperfección personal, la motivación que impulsa la obra de socorro en situaciones catastróficas.  Ambos coinciden con los anabaptistas primitivos en opinar que cada individuo tiene una presencia divina en su interior que fomenta la relación armoniosa entre las personas, entre creyentes, y entre los pecadores y su Dios.  En pocas palabras, tal vez seamos siempre pecadores pero en cualquier caso, «pecadores bendecidos, en las manos de un Dios misericordioso».


1. Un ágape litúrgico, donde la «Cena del Señor» se celebra como cena real, no sólo figurada.  (N. del tr.)