Colección de lecturas
 
cinco  

Cinco disciplinas

1. Biblia
2. Oración
3. Desprendimiento
4. Arrepentimiento
5. Iglesia

3 – Ser desprendidos
Dionisio Byler, Boletín CEMB Nº 53, enero 2000

Así rápido, a bote pronto: ¿De todos los temas que abordó Jesús en su enseñanza, cuál es el que más versículos le dedican los evangelios?

¿El perdón? Vamos, no está mal. Prueba otra vez.

¿El cielo? Frío, frío.

¿La impureza sexual? ¡Que te hielas!

¿La oración? Vas mejorando pero no, no es la oración.

¿El amor? Caliente, pero ¿qué concretamente del amor?

¿La solidaridad con los que sufren? ¡Casi! ¡Ya hueles a chamusquina!

El caso es que la distinción de honor a la mayor atención que le dedica la enseñanza de Jesús, se la lleva la humilde peseta [1].

Entre gente de cierta solvencia económica está mal visto hablar del dinero. Se supone que todos lo que conforman ese entorno social disponen de los medios que necesitan para vivir cómodamente, lo cual hace que sobre hablar del vil dinero. Dicen que existe una pregunta tabú para todo aquel que piense en comprarse un Rolls Royce, el famoso coche inglés de superlujo. Puedes preguntar cómo funciona esto o aquello; puedes preguntar lo que quieras sobre los materiales y colores de la tapicería, incluso encargarla especial y única para ti. Hombre, si preguntas qué potencia desarrolla el motor, te sonreirán y dirán discretamente, «Suficiente». Pero si les preguntas cuánto cuesta, el vendedor te dará las señas del representante de Mercedes o cualquier otro coche de lujo, y te deseará los buenos días. Los Rolls Royce sencillamente no están a la venta para quien necesite saber cuánto le van a cobrar. Si tu decisión depende de que te pidan 20 y no 40 o 70 millones, un Rolls no es para ti.

Jesús, está claro, no venía de esa clase social. Su presunto padre fue un currante que cuando volvió del exilio en Egipto y se asentó en Nazaret, puede ser que ganara bastante como para que Jesús y los demás críos no pasaran hambre. Cuando ejecutaron a Jesús, también expropiaron todos sus bienes: lo que llevaba puesto. La noche anterior, él y sus discípulos habían celebrado la pascua judía. Pero del cordero preceptivo no se sabe nada. No digo que no hubiera, sólo que no se menciona para nada a pesar de la festividad en cuestión. Hubo sí pan y vino, un vino que me atrevo a pensar que fue más bien peleón y no de los finos.

Es natural entonces que Jesús sí hablara del dinero, y mucho. No es que se quejara de que le faltaba sino más bien que le parecía normal que todos a su alrededor estuvieran teniendo que contar cada peseta y haciendo pasar el hambre por virtud, llamándola ayuno. ¿Qué dijo entonces sobre el dinero desde esas sus circunstancias personales?

En el fondo vino a decir que nunca nadie es tan pobre que no pueda dar. Dar a Dios (la viuda que lo puso todo para la ofrenda del templo). Dar al prójimo (Zaqueo que repartió la mitad de sus bienes). Dar despreocupadamente, alegremente, sin temores y sin poner excusas para cerrar el corazón y el bolsillo contra el necesitado. ¿Cómo así? ¿Cómo es posible esperar un desprendimiento generoso incluso del más pobre? Es que al fin de cuentas toda nuestra vida está bajo el cuidado cariñoso de un Dios que nos ama como a hijos.

Como lo que está en juego en el fondo es la fe y confianza en Dios, resulta inconcebible que un auténtico discípulo de Jesús no esté haciendo progresos en la generosidad y el desprendimiento.

Los miembros de esta iglesia, sea por bautismo en ella o por traslado formal desde otra, hemos asumido públicamente, entre otros compromisos, el de diezmar [2]: entregar a la comunidad 10% de nuestros ingresos para la obra de la Iglesia en sus diversas dimensiones; y el de la disposición a dar generosamente, más allá del diezmo, ante necesidades del prójimo donde el Espíritu de Dios habla a nuestros corazones.

No existe tal cosa como un cristiano «normal» y a la vez insensible ante la necesidad ajena. El apóstol incluso recomienda a los que no les apetece trabajar para cubrir sus propias necesidades, que de todas formas trabajen para poder tener con qué ayudar a los necesitados (Ef. 4.28). Por eso nombramos esta disciplina entre las demás que son características de los cristianos que hacen progresos espirituales, quienes maduran y acaban siendo capaces de discipular a su vez a otros creyentes nuevos.


1 El caso es que. ¡no estoy seguro de que de verdad esto sea así!Es más bien la impresión que me llevo al leer los evangélios.

2 Aclaraciones: no se exigen ni se aceptan diezmos de personas casadas cuyo cónyuge no sea también miembro de esta iglesia.Por otra parte, si bien el compromiso es público, su cumplimiento es secreto y sólo Dios y la conciencia personal lo controlan.

 
  Copyright © 2000 Dionisio Byler