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  Nº 115
Octubre 2012
 
  Nueve pecados capitales de ayer, de hoy y de mañana (VI)
por José Luis Suárez

4º - El pecado de la gula

 
  oracion1. ¿Que es la gula?

La gula es la necesidad de disfrutar, sin freno alguno, de todo lo que la vida nos puede ofrecer. Es el deseo de saborear todo aquello que se considera agradable, al tiempo que se rechaza todo lo que pueda ser doloroso o negativo. El relato del primer pecado de la humanidad fue el pecado de la gula. El texto bíblico nos dice: «Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol
era deseable para alcanzar la sabiduría, tomó su fruto y comió» (Génesis 3,6).

  Es el apetito al riesgo físico y mental hacia todos aquellos estímulos que permitan vivir todo tipo de experiencias posibles; es el no perderse nada de todo lo bueno que la vida puede ofrecer. Más que un exceso de cantidad de una sola cosa, es una tendencia a probarlo todo en la búsqueda constante del máximo placer. Es una inclinación general al exceso. También podemos hablar de la gula intelectual, y la búsqueda constante de todo lo nuevo, lo exótico y lo misterioso. La persona atrapada por el pecado de la gula es una eterna hambrienta de placer.

Aunque actualmente la gula se identifica con la glotonería (consumo excesivo de comida y bebida), es mucho más que eso, es una actitud hacia la vida en general. En el pasado cualquier forma de exceso podía caer bajo la definición de este pecado. El pecado de la gula también puede referirse a proyectos, conocimientos o cualquier otra cosa que estimule la persona a no tener límites en la vida. La cultura actual permisiva y del bienestar alimenta este pecado de deseos y apetitos múltiples.

Lo que se quiere es probar todo tipo de cosas diferentes y cuanto más inusuales, novedosas, raras y extraordinarias, mejor. Es como entrar en una heladería y querer probar cada uno de los distintos sabores de todos los helados.

El consumo excesivo de manera irracional o innecesaria también incluye ciertas formas de comportamiento destructivo. De esta manera el abuso de comidas y borracheras pueden ser vistos como ejemplos de gula. En la Divina Comedia de Dante Alighieri, los penitentes en el purgatorio eran obligados a pararse entre dos árboles, incapaces de alcanzar y comer las frutas que colgaban de las ramas de estos y por consecuencia se les describía como personas hambrientas.

El pecado de la gula se asocia con los epicúreos, discípulos del filósofo griego Epicúreo que afirmaba que el sentido último de la vida y el mayor bien no era otro que la búsqueda exclusiva del placer. Los enemigos de Epicúreo afirmaban que era un glotón y libertino y que su único objetivo en la vida era la felicidad.

2. Patrones bíblicos y sociales de la gula

Enumero a continuación cuatro patrones bíblicos de la gula entre los muchos relatos que podrían citarse.

El primero es el rey Salomón, el texto bíblico nos cuenta que «consumía Salomón cada día seis toneladas y media de flor de harina, unas trece toneladas de harina común, diez bueyes cebados, veinte bueyes de pasto y cien carneros, sin contar los ciervos, gacelas, antílopes y aves cebadas» (1 Reyes 5,3-4). Además, tenía 600 esposas y 300 concubinas en su harén.  La extravagancia de la gula de Salomón tuvo consecuencias nefastas.  Sus mujeres extranjeras consiguieron apartar su corazón del Dios único y verdadero, y el reino de David se desintegró con su muerte.  El reino se dividió en dos y nunca recobró su grandeza.

El segundo texto es el relato del joven rico que nos narra Marcos 10,17-31, al que Jesús invita a venderlo todo y repartir lo conseguido entre los pobres. Este hombre se marchó entristecido porque tenía mucho y no estaba dispuesto a vivir en la escasez.

El tercero de ellos es el patriarca Jacob.  Podemos ver más allá de las artimañas engañosas que le caracterizaron para señalar un apetito exagerado por conseguir lo que no le correspondía legítimamente.  Así es como consigue que en un momento de extrema debilidad su hermano Esaú le venda sus derechos de primogenitura por un plato de lentejas (Génesis 25, 31).  No satisfecho con esto, deseando recibir toda la bendición de su padre,  le engaña para recibir la bendición de hijo mayor que cuando Isaac considera que está sobre su lecho de muerte (Génesis 27). El deseo de obtener de inmediato aquello que desea, ciega a Jacob de tal manera que no es capaz de darse cuenta de las consecuencias de este acto en el futuro. A lo largo de su vida, Jacob se ve envuelto en situaciones complicadas al dejarse llevar por el pecado de la gula.

El cuarto ejemplo y el más conocido, lo encontramos en Lucas 15,11-32. Aquí encontramos el relato de un joven que tenía una vida bastante buena y que decide salir de su casa, pidiendo a su padre la herencia que le correspondía para poder disfrutar de la vida al máximo. El texto bíblico nos narra como malgastó todos los bienes hasta encontrarse en la miseria. El pecado de la gula de este joven le llevó a tal miseria que deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos.

A lo largo de la historia de la humanidad no solo encontramos personas que se han dejado dominar por el pecado de la gula, sino también movimientos que han tipificado este pecado. Personas que irradian optimismo y alegría, las cuales tienen una imperiosa necesidad de diversión, de broma, de vivir a tope todo lo bueno que hay en la vida.

El movimiento Nueva Era es en realidad la forma más expresiva de esta manera de entender la vida, así como el movimiento Hippie.

Dentro del cristianismo existe un tipo de espiritualidad que manifiesta este pecado y que aparece cuando se habla constantemente de vivir de victoria en victoria, de una vida de resurrección de milagros, pero olvidando el sacrificio y la cruz. El pecado de la gula mira solo al Cristo de la resurrección, de los milagros, del poder de la fuerza y no al Cristo de la debilidad y del sufrimiento de la cruz.  Este tipo de espiritualidad en el que la queja, la enfermedad, los fracasos, el sufrimiento y el dolor parecería que son extraños a la fe cristiana. Sólo garantiza la prosperidad, la salud y que todo nos vaya a salir como nosotros deseamos. La teología de la prosperidad es un elemento más de este tipo de pensamiento. «Todo te debe ir bien cuando confías en el Señor, cuando las cosas te van mal tienes un problema».  Es el eslogan de algunos movimientos evangelistas que dicen «Sonríe, Jesús te ama».

3. Consecuencias del pecado de la gula

La búsqueda de placer es una reacción de escape ante la angustia y una forma de huir de uno mismo para evitar todo aquello que pueda causar sufrimiento. Se olvida que en la vida no todo siempre sale bien, que no todo es de color de rosa, que la adversidad, las enfermedades y la muerte son parte integral de lo que nos toca vivir a todos los seres humanos, nos guste o no nos guste.

Debido a que el mundo interior de las personas dominadas por la gula es principalmente mental, hay muy poca vida en ellas, por lo que la tendencia al exceso puede llegar a manifestaciones tan diversas como:

Permisividad, que es la orientación instintiva a satisfacer todas las necesidades que a uno se le apetece, concediéndose la libertad de obrar de acuerdo con el deseo del momento.

El narcisismo, que es el amor desmesurado hacia uno mismo, que puede traducirse en la necesidad de aparecer como superior a los demás social o intelectualmente.

La seducción, que es el valerse del encanto social para resultar agradable y ganarse la benevolencia, el apoyo y la admiración de los demás.

La falta de perseverancia que aparece cuando se agota el entusiasmo ante los estímulos y la novedad.  Se abandona con facilidad los proyectos y los sueños ante las adversidades y cuando hay que sacrificarse por una causa se escurre el bulto.

4. Respuesta divina a la gula

En el relato del joven rico ya mencionado que encontramos en Marcos 10,17-31, Jesús comunica a este hombre que no hay un evangelio sin cruz, sin sufrimiento, de pura felicidad y prosperidad. En el caso de este hombre que estaba apegado a sus posesiones, Jesús le invita a renunciar a lo que tiene para poder seguirle.

Es una evidencia que para las personas dominadas por el pecado de la gula, la renuncia es algo muy difícil, ya que como hemos visto, su filosofía de la vida es disfrutar de todo lo que se puede en esta vida y para lograrlo, la renuncia no es el camino apropiado.

La liberación de este pecado no es ni mucho menos la renuncia a disfrutar de la vida, la cual es un regalo de Dios, pero si a asumir que toda victoria, todo lo bueno, pasa por el camino del sacrificio, del dolor y de la muerte. Como dijo Jesús: «Si un grano de trigo no cae en tierra y muere, seguirá siendo un único grano. Pero si muere, producirá fruto en abundancia».

La liberación de la gula no es decir no a la resurrección, pero sí que la resurrección pasa por el camino de la cruz. Este es el paso del idealismo al realismo. No puede haber vida sin muerte. Incluso una época de enfermedad, de adversidad, de renuncia puede convertirse para este tipo de personas en una oportunidad para experimentar la alegría de la vida aún en las dificultades. Este camino de liberación de la gula es aceptar la realidad del lado oscuro de la vida, que no es siempre ni hermosa ni fácil. Es comprender que la vida no es toda diversión y fiesta continua. Es experimentar que el Dios de la vida es al tiempo el Dios del sacrificio.

Francisco de Asís en su juventud fue una persona dada a las fiestas y a los placeres, pero progresivamente descubre que está huyendo de sí mismo y decide cambiar de vida después del encuentro con un enfermo de lepra. Tal fue su cambio que llegó a decir: «Lo que antes para mi era repugnante y amargo se convirtió en dulzura para el alma y el cuerpo». Al abrazar el dolor como parte de la vida, Francisco de Asís se convierte en el hombre que Dios emplearía para revolucionar el mundo de su entorno, al tiempo que fue capaz de alegrase de las flores del campo y de los pájaros del cielo. Al final de su vida llena de privaciones voluntarias fue capaz de abraza la muerte como a una hermana.

Perder la vida para ganarla es el gran desafió de este pecado. Saber que el dolor, la tristeza y la muerte forman parte de la vida. Que a lo largo el sufrimiento nos acerca más uno a otros y nos hace la mayoría de las veces más compasivos y más humanos.

5. Para poder ir más lejos

El que quiera conservar su vida, la perderá; Y el que la pierda por mí, la conservará (Mateo 10,39).

Si alguno quiere venir de tras de mi, que renuncie a si mismo que cargue con su cruz y que me siga (Marcos 8,34).

Lo único que no puedo resistir es a la tentación a disfrutar de todo lo que la vida me ofrece —Oscar Wilde.

La práctica de actitudes como la valoración de lo que se puede ofrecer a los demás, el llevar a cabo los compromisos adquiridos sin buscar evasiones, el estar atentos al sufrimiento de los demás, el saber discernir las prioridades sin dejarse llevar por el impulso del momento, el amar y celebrar la vida al tiempo que estar dispuesto a aceptar sus contradicciones son las manifestaciones de que el pecado de la gula está desapareciendo.

 
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