Cueva

Parábolas para un mundo que vive a corto plazo (XIII)
Cuando lo que Dios hace no tiene sentido
José Luis Suárez

Se cuenta que cierta vez un hombre era perseguido en el monte por varios malhechores que querían matarlo. El hombre se introdujo en una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas. Ante el inminente peligro, elevó una oración a Dios de la siguiente manera: «Dios Todopoderoso, haz que los ángeles bajen y tapen la entrada de la cueva para que no entren mis perseguidores y me maten».

En ese momento, mientras escuchaba que los hombres se acercaban a la cueva en la que estaba escondido, vio aparecer una araña muy pequeña, que empezó a tejer una telaraña en la entrada. El hombre volvió a orar, esta vez lleno de angustia: «Señor te pedí ángeles y no una araña. Por favor, con tu gran poder, coloca un muro en la entrada de la cueva para que los hombres no puedan entrar y matarme.

Esperó impaciente, confiando en ver el muro que tapara la entrada de la cueva. Entre tanto, la pequeña araña continuaba tejiendo la telaraña. Estaban ya los malhechores a la entrada de la cueva anterior y el hombre esperaba su muerte inmediata. Cuando los malhechores estuvieron delante la cueva en la que se encontraba el hombre, la araña ya había tapado toda la cueva. Entonces el hombre escuchó la siguiente conversación:

—Entremos a la cueva —dijo uno.

—¿ No ves que ésta hasta tiene una telaraña? —contestó otro—. Nadie ha entrado aquí por mucho tiempo. Sigamos buscando en las otras cuevas, que aquí no está.

Algunas lecciones que nos deja esta historia

  1. Una primera actitud ante aquello que nos acontece, tanto si a primera vista nos parece bueno o malo, es precipitarnos demasiado rápido en nuestros juicios. Casi todas las cosas que nos ocurren no son lo que parecen a primera vista, por lo que sin conocer al totalidad o el final de la historia es imposible extraer conclusiones definitivas sobre aquello que nos ha ocurrido. Lo único que nos aporta realizar un juicio de antemano es sufrimiento y desesperación. El hombre de esta historia no se podía imaginar que una pequeña araña sería la respuesta a su oración y el instrumento empleado por Dios para salvarle la vida.

  2. Aceptar que el misterio y la incertidumbre en todo aquello que nos sucede hace parte de nuestro peregrinaje en esta tierra. No tenemos un libro de instrucciones que nos indica los efectos de todo aquello que nos ocurre. Ante una supuesta respuesta a una oración que no corresponde a nuestra lógica o deseo, enfadarnos o dejar de confiar en Dios porque nos parece negativo lo que acontece, supone no asumir nuestras limitaciones en la comprensión de los acontecimientos. Es olvidar que a Dios no lo podemos encerrar en nuestras limitaciones humanas.

  3. La manera en que Dios actúa es algo que muchas veces no entra en los cálculos y en los esquemas de gran cantidad de creyentes. Cuando oramos pidiendo a Dios su intervención, nos imaginamos y damos por sentado cuál debe ser la respuesta que recibiremos. En esta historia la respuesta no correspondió a lo que el hombre pedía. Como el humor hace parte de la vida, de haber respondido Dios a su oración, el hombre habría tenido otro problema y es orar de nuevo pidiendo a Dios su intervención para que el muro despareciera y pudiera salir de la cueva.

  4. A no ser que Dios decida explicarnos su respuesta a nuestra oración (lo cual no suele suceder), los motivos y propósitos de su acción están fuera del alcance de los mortales. Esto quiere decir, en términos prácticos, que muchas de nuestras preguntas que incorporan generalmente quejas tipo «¿Por qué…?» no tienen respuesta.

Comprender lo que Dios hace en nuestras vidas y en todo aquello que acontece en el mundo es tener expectativas de que entenderemos a la perfección como Él interviene. Esto es asumir un concepto equivocado de todo lo que nos enseña la Biblia sobre cómo se manifiesta Dios. Ya Job trató de interrogar a Dios sobre su comportamiento con él (Job 38,2-7) y se equivocó, porque sus pensamientos no solo son desconocidos para el ser humano, sino que en su mayor parte son impenetrables.

  1. Siempre existe el peligro de que la oración se convierta (como en el caso de esta historia ) en un deseo de conquistar a Dios y que él se adapte a lo que estamos convencidos, en lugar de esperar y confiar que su respuesta o su silencio se convierta en lo mejor para nuestra vida.

Debemos recordar continuamente que la manera en que Dios ha intervenido en la historia de la humanidad, lo hace actualmente y lo hará en futuro, es un auténtico misterio. No podemos predecir el resultado de su intervención.

  1. Es por ello que la actitud de fe, cuando lo que ocurre no responde a lo que esperamos, debería ser de percibirlo como una oportunidad, incluso como una bendición que nos permite madurar, aprender y confiar en que como dijo hace dos mil años el apóstol Pablo: «Todas las cosas ocurren para el bien de los que aman a Dios» (Romanos 8,28).

Las preguntas que nos hacemos desde la fe pueden ser: ¿Qué puede haber de positivo en lo ocurrido que no entiendo en este momento? ¿Qué puedo aprender de esto? ¿Qué oportunidad se me presenta ante esta nueva situación que no es la que esperaba?

Para poder ir más lejos

  • Job 38. Romanos 11,33-36. 1 Corintios 13,12.
  • Mi vida ha estado llena de desgracias terribles, la mayoría de las cuales nunca ocurrieron (Michel de Montaigne).
  • Cambia la forma de ver las cosas y cambiarán las cosas que ves (Wayne Dyer).