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PDF Confesión de fe en perspectiva menonita

Confesión de fe en perspectiva menonita
Iglesias Menonitas de Canadá y Estados Unidos


Artículo 22. Paz, justicia y no violencia

Creemos que la voluntad de Dios es que haya paz. Dios creó el mundo en paz, y la paz de Dios ha sido revelada plenamente en Jesucristo, quien es nuestra paz y la paz del mundo entero. Guiados por el Espíritu Santo, seguimos a Cristo en el camino de la paz, haciendo justicia, trayendo reconciliación y practicando la no violencia, incluso allí donde hay violencia y guerra.

Aunque Dios creó un mundo apacible, la humanidad escogió el camino de la injusticia y la violencia [1]. El espíritu de venganza fue en aumento y la violencia se multiplicó, pero la visión original de paz y justicia no desapareció [2]. En el pueblo de Israel los profetas y demás mensajeros de Dios siguieron señalando hacia una confianza en Dios en lugar de confiar en las armas y la fuerza militar [3].

La paz que constituye la intención de Dios para la humanidad y la creación, se manifestó en su más perfecta plenitud en Jesucristo. Una jubilosa canción de paz anunció el nacimiento de Jesús [4]. Jesús enseñó el amor a los enemigos, perdonó a los malhechores, y exigió relaciones de justicia [5]. Cuando le amenazaron, escogió no resistir sino entregar libremente su vida [6]. Por su muerte y resurrección, él ha destituido el dominio de la muerte y nos ha dado paz con Dios [7]. Así nos reconcilió con Dios y nos ha encomendado el ministerio de reconciliación [8].

Como seguidores de Jesús, participamos en su ministerio de paz y justicia. Él nos ha llamado a descubrir la bendición de generar paz y procurar justicia. Hacemos esto en un espíritu de mansedumbre, dispuestos a ser perseguidos por causa de la justicia [9]. Como discípulos de Cristo, no nos adiestramos para la guerra, ni participamos en guerras ni en el servicio militar. Este mismo Espíritu que capacitó a Jesús también nos capacita para amar enemigos, perdonar en lugar de vengarnos, poner en práctica relaciones justas, contar con la comunidad de fe para resolver nuestras disputas, y resistir el mal sin recurrir a la violencia [10].

Guiados por Dios, y comenzando en el seno de la iglesia, damos testimonio a todas las gentes que la violencia no es la voluntad de Dios. Testificamos contra todas las formas de violencia, incluso la guerra entre naciones, la hostilidad entre razas y clases, el abuso de niños y mujeres, la violencia entre varones y mujeres, el aborto y la pena capital.

Damos nuestra suprema lealtad al Dios de gracia y paz, quien guía a la iglesia cada día para vencer el mal por medio del bien, nos capacita para hacer justicia, y nos sostiene en la esperanza gloriosa de un reino apacible de Dios [11].

  1. Gn 1-11
  2. Is 2,2-4
  3. Lv 26,6; Is 31,1; Os 2,14
  4. Lc 2,14
  5. Mt 5,44; 6,14-15
  6. Mt 26,52-53; 1 P 2,21-24
  7. 1 Co 15,54-55; Ro 5,10-11; Ef 2,11-18
  8. 2 Co 5,18-21
  9. Mt 5,3-12
  10. Mt 5,39; 1 Co 6,1-16; Ro 12,14-21
  11. Is 11,1-9
 
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