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  Nº 112
Junio 2012
 
  Duelo

La  segunda torpeza
por Rubén Redondo

No deja de ser curioso la cantidad de detalles que la Biblia se empeña en relatar sobre el asesinato  de Abel por su hermano Caín. Aparentemente podríamos decir que fue un crimen pasional, posiblemente con eximente de mala cosecha ese año… Pero no fue así.

También llama la atención el gran paralelismo de la historia con el problema que tuvo José con sus hermanos, que estaban dispuestos a liquidarle por «listillo» y atentar contra el «statu quo».

¿Qué motivación puede existir para querer despachar a tu hermano y pretender seguir como si  no ha pasado nada?

Al parecer, Caín toma la iniciativa de ofrendar a Dios. No parece que se les hubiera pedido nada, pero tampoco se reprocha el ofrecimiento. Según parece, en la ofrenda está el origen de las tensiones acumuladas que terminaron en el crimen.

Dios mira con agrado no sólo la ofrenda de Abel sino a Abel mismo. El método de Abel eligiendo lo mejor que tenía y ofreciéndolo tuvo un fruto extraordinario. Dios  no solo aceptó la ofrenda. Aceptó a Abel mismo. Vamos, que se creó un buen rollo entre Dios y Abel.

Caín fue consciente que la relación de su hermano con Dios había mejorado enormemente. Sin embargo, en lugar de preguntarse donde estaba el misterio, simplemente decidió cogerse un buen «mosqueo». Es curioso que siendo Caín el primero que empieza a ofrendar, le sale el tiro por la culata.

¿Cual es la pregunta que Caín no se hizo?

Como Caín no avanzaba en esto que actualmente se llama «terapia introspectiva» Dios le sale al paso y le da la solución: Serás aceptado si haces lo correcto. También le da una advertencia: Las cosas con Dios o se arreglan o terminan yendo terriblemente mal.

No resulta fácil en el siglo que vivimos, entender el asunto del sacrificio —y menos de animales. Hoy día se entiende por sacrificio tirar la bolsa de la basura cuando ya te habías puesto las zapatillas de casa. Además el contacto que tenemos con los animales es en forma de hamburguesa o perrito mascota.

Pero lo agradable para Dios fue ver  como Abel cogió el mejor animal y se desprendió de él. La esencia de lo reclamado por Dios a esos dos hermanos, se la aplicó Dios a sí mismo cuando sacrificó a Jesús en la cruz: lo mejor que tenía.

La relación de Caín con Dios no mejoraba, sencillamente porque no estaba dispuesto a realizar una ofrenda a la altura que Dios reclamaba. No es que la situación ya no tuviera solución, más bien al contrario. Por eso Dios se lo deja bien clarito. Ahora bien, Dios no iba a bajar el listón a Caín… ni a nadie.

No querer entender a Dios en su proceso de reconciliación con todos nosotros, fue la gran torpeza de Caín,  la segunda torpeza descrita en la Biblia.

La  tercera fue el asesinato fratricida.

 
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Cuadro:
El primer duelo.
por Bouguerreau (1888)