| Diccionario de términos bíblicos y teológicos 
 
 gentiles — 1. «Los nacionales», es decir el grueso  de la humanidad, las gentes de las naciones ajenas a Israel, ajenas a la  elección de Israel como pueblo especial del Señor.2. «Los nacionales», es decir, los israelitas que en tiempos del Nuevo Testamento  vivían entre las naciones, fuera del territorio de Judea y Galilea; los  israelitas de la dispersión o diáspora.
 En la imaginación de judíos y gentiles por igual estos  últimos 15 siglos, ha quedado dibujada una división clarísima y absoluta entre  los judíos —descendientes de Abraham— y los gentiles, que seríamos todo el  resto de la humanidad.  Sin embargo es un  estado de la cuestión que resulta anacrónico para el Nuevo Testamento, donde  los términos «judío» y «gentil» tenían bastante fluidez y plasticidad. Lo que sigue a continuación es una explicación acaso  demasiado abreviada, de un proceso histórico de más o menos un milenio: Primero tenemos el sentido típico del término en el Antiguo  Testamento, donde se enfatiza la elección de Israel de entre las naciones.  Aquí «las naciones» es todo el resto de la  humanidad, por el propio hecho de la nacionalidad.  Las naciones, por su propia filosofía  constituyente, son contrarias al ejercicio de la soberanía del Señor.  Para constituirse como naciones tienen que someterse  a sus dioses nacionales que impulsan ese proyecto nacional, que es un proyecto  de rivalidad y guerra con las demás naciones.   Esos dioses patrocinan la monarquía en cada país y la jerarquización de  las sociedades, con la nobleza militar y sacerdotal en la cumbre y los  campesinos y esclavos en sumisión absoluta a los caprichos de la nobleza.  Son sociedades corruptas, injustas, extraordinariamente  violentas, que se sustentan sobre la rapiña, la guerra y la opresión. Desde luego la gran tragedia del Antiguo Testamento es que  al final Israel no consiguió diferenciarse de las naciones.  Fue una nación más, con su propia versión del  culto estatal y de la sociedad jerarquizada donde la nobleza minoritaria  oprimía a las multitudes.  Por eso Dios  rechazó y destruyó los reinos de Israel y de Judá, aniquilando para siempre sus  dinastías reinantes, para volver a empezar con un «remanente» rescatado del  exilio entre las naciones. Luego tenemos el segundo sentido del término «gentiles» en  el Nuevo Testamento, un sentido que deriva de este desarrollo final de la trama  del Antiguo Testamento.  La experiencia  de dispersión entre las naciones derivó en formas «nacionales» de la religión  hebrea o israelita.  Entre tanto, la  pequeña minoría de los que volvieron bajo el auspicio de la corona persa para  refundar Jerusalén, desarrollaron su propia forma de la religión hebrea, que es  la que establecieron especialmente Esdras y Nehemías.  Como vivían en la tierra de Judá, esa gente  se acabó conociendo como «judíos» y su forma de la religión de Israel se acabó  conociendo como «judaísmo». Los israelitas o hebreos que seguían viviendo entre las  gentes nacionales, serían conocidos por los judíos como «gentiles» (o  «nacionales») y los judíos tacharon esa forma de la religión israelita, la que  se vivía entre las gentes nacionales, de «gentil».  Era mucho más lo que tenían en común estos  israelitas judíos e israelitas gentiles, que lo que los diferenciaba.  Pero como sucede siempre cuando una religión  se divide en sectas o denominaciones, las diferencias —por pequeñas que fuesen  de verdad— se agigantaron hasta parecer insuperables. Es esta rivalidad —la que existía entre las formas «judía»  y «gentil» de la religión de Israel— lo que asoma de mil maneras en el Nuevo  Testamento.  Entre sus diferencias estaba  por ejemplo la forma de la circuncisión, donde los «judíos» no aceptaban como  válida la circuncisión «gentil».   Naturalmente los israelitas «gentiles», que se sabían ya circuncidados y  descendientes de Abraham, se resistían enfáticamente a adoptar la circuncisión  «judía»; una discordia que asoma en el Nuevo Testamento. Al final la forma de religión de Israel que se impuso en  todo el mundo fue la judía.  Y la forma  «gentil» de la religión de Israel acabó aceptando la teoría de que Jesús es el  Mesías, conociéndose como «cristianismo».   Los israelitas mesiánicos, es decir «cristianos», fueron también los que  dieron continuidad al impulso misionero entre las naciones, que siempre había  sido característico de la religión de Israel.   Esto también se ve en el Nuevo Testamento.  Al final acabaría desapareciendo del todo la  distinción entre los israelitas «cristianos» y el resto de la sociedad de las  gentes nacionales donde vivían.  Pero  esto es ya avanzar hasta los últimos siglos del Imperio Romano y los primeros  de la Edad Media. Cuando leemos el Nuevo Testamento, entonces, tenemos que  espabilar mucho para leer entre líneas quiénes son los gentiles en cada lugar donde  se mencionan.  Y para evitar caer en el  anacronismo de pensar que los judíos y gentiles de entonces, eran lo mismo que  los de hoy. — D.B. |