MCUSA
Una iglesia menonita en Pensilvania, EEUU.

Discrepancias sobre sexualidad entre los menonitas de EEUU
Por Dionisio Byler

Sendos artículos aparecidos recientemente en la revista Mennonite World Review, señalan los cambios que está provocando el debate sobre sexualidad humana entre los menonitas de EEUU. Uno, por Sheldon Good, se titula Southwest Conference withdraws («La Conferencia del Sureste se desvincula»). Informa sobre la decisión adoptada en octubre por una de las conferencias regionales que constituyen Mennonite Church USA, en disconformidad con lo que consideran falta de claridad en el posicionamiento de la iglesia.

El otro, por Rachel Stella, se titula Statement calls for wider welcome while affirming ttraditional teaching on sexuality («Una declaración llama a una acogida más positiva sin abandonar la enseñanza tradicional sobre sexualidad»). Informa de un grupo de pastores y líderes de la Conferencia Menonita de Virginia, que apelan a cierta flexibilidad en las iglesias para recibir en su seno familias no tradicionales sin obligarlas a disolverse, pero sin renunciar a la enseñanza tradicional cristiana.

Los menonitas de EEUU están inmersos en uno de los grandes debates de nuestra era —en su propio país y en el mundo entero— sobre la sexualidad humana y los matrimonios no tradicionales. Hacia finales del siglo, la crispación del debate en las iglesias menonitas llegó hasta tal punto, que los medios de comunicación de la denominación dejaron de incluir durante algunos años artículos de opinión y cartas de los lectores sobre la cuestión.

El debate siguió su curso con enfrentamientos cada vez más vehementes, sin embargo. Algunas iglesias locales se resistían a expulsar de su membresía a personas con un matrimonio monógamo entre dos personas de un mismo sexo. No solo eso: hubo alguna iglesia menonita que no cesara a su pastor o pastora casado con alguien del mismo sexo, o llamase al ministerio a alguien de esa condición. Esto generaba, como se comprenderá, una reacción fulminante de parte de otros muchos en el seno menonita.

Gracia, amor y paciencia

Al fin, en su asamblea de 2015, Mennonite Church USA adoptó una declaración propuesta por dos de sus iglesias locales en el estado de Illinois:

Los modos en que en la iglesia hemos abordado el conflicto de décadas sobre sexualidad humana nos han desviado de nuestra misión central, nos han dividido y han dañado el nombre de Cristo en el mundo. Si bien reconocemos distintas interpretaciones, afirmamos la centralidad de Jesucristo y la autoridad de las Escrituras como parte esencial de nuestro discernimiento colectivo. También afirmamos la bondad del matrimonio, la soltería, el celibato, la intimidad sexual dentro del pacto matrimonial y la fidelidad en todas las personas, y reconocemos que actualmente no hay consenso dentro de la Iglesia Menonita de EE. UU. sobre si es apropiado bendecir a cristianos del mismo sexo en uniones pactadas. Dado que Dios nos ha llamado a buscar la paz y la unidad al discernir y procurar juntos sabiduría en estos asuntos, llamamos a todos los integrantes de la Iglesia Menonita de EE. UU. a ofrecer gracia, amor y paciencia hacia las conferencias, las congregaciones y los pastores de nuestro cuerpo que de distintos modos buscan ser fieles a nuestro Señor Jesucristo ante las uniones pactadas entre personas del mismo sexo.

Ya antes de esta declaración, pero con ímpetu renovado después, empezó el reguero de iglesias locales y conferencias regionales enteras, que se desvinculaban de la comunión de Mennonite Church USA. La Conferencia Menonita de Lancaster es una de las más grandes y antiguas, con un fuerte impacto misionero en el mundo. Su desvinculación ha supuesto un duro golpe para Mennonite Church USA. Las conferencias de Franklin, Centro Norte, y ahora Sureste, son relativamente pequeñas, pero su desvinculación también indica un claro descontento en los sectores más tradicionales de la iglesia.

Tales desvinculaciones no han sido fáciles ni unánimes. Algunas iglesias locales han preferido seguir en Mennonite Church USA y se han integrado a otras conferencias regionales de la denominación. Otras se han salido de su conferencia para incorporarse a las que se marchan. Y entre tanto, otras iglesias locales se han ido desgajando y ya no se identifican como menonitas, adoptando otra identidad dentro del amplio abanico del cristianismo estadounidense.

Cuestiones de fondo

En realidad, aunque las discrepancias se suelen expresar en relación a cuestiones de sexualidad, en el fondo lo que hay en juego es diferentes maneras de entender cómo es que la Escritura instruye a la Iglesia y la libertad que haya —o no— en el Espíritu, para adoptar otras ideas y conductas que las típicas de los cristianos hace 2.000 años.

También hay diferencias de fondo sobre lo que significa que la iglesia sea misionera. Si la misión consiste en denunciar toda conducta que la tradición cristiana rechaza, e invitar a los pecadores a una clara conversión y santificación libertadora en Cristo. O si la misión consiste en recibir de brazos abiertos a todos los que buscan a Dios, sin ponerles obstáculos insalvables que impidan que tan siquiera puedan visitar nuestras iglesias sin sentirse cuestionados en su identidad personal. Expresada así la diferencia, nadie estará conforme: todo el mundo pretendería que las dos cosas sean posibles como misión de la iglesia. Pero en cuanto a énfasis, las diferencias son reales.

El presente debate sobre sexualidad en las iglesias de todas las denominaciones, es sencillamente un ejemplo más de la multitud de cuestiones que han suscitado debates encendidos, escisiones y movimientos de renovación (real o pretendida), y hasta guerras sangrientas entre los cristianos a lo largo de la historia. Con el paso de los siglos algunas de esas divisiones y enemistades nos resultan incomprensibles, por lo menos en su intensidad y mutuo vituperio y ensañamiento; pero otras siguen marcando diferencias entre los cristianos muchas generaciones después.

Darse tiempo, rebajar tensiones

La decisión de la amplia mayoría de las iglesias de Mennonite Church USA, al adoptar en 2015 la declaración que hemos citado, pretendía dar un paso atrás, rebajar las tensiones, darse un tiempo para buscar la guía del Espíritu y discernir qué es lo que Cristo pretende de su iglesia en nuestros tiempos y con estas formas novedosas de entender el matrimonio hoy día. Pretendiendo la paz, sin embargo satisface a pocos. A muchos la declaración les huele a transigencia con «el mundo» y a «manga ancha» para que el pecado mancille la iglesia y los pecadores no reciban el reto claro de la santificación personal. Otros muchos se sienten impacientes y desanimados porque no entienden que personas que en todo lo demás viven vidas cristianas intachables y ejemplares, dotados con dones del Espíritu para el ministerio en la iglesia, sin embargo tengan que vivir bajo la sombra de acusaciones continuas de «estar viviendo en el pecado».

La declaración que ha dado a conocer ahora un grupo de pastores y líderes de la Conferencia Menonita de Virginia, intenta aclarar lo que significa para ellos esta política de «gracia, amor y paciencia» que se pretende mientras arde el debate. Se plantean cómo debemos reaccionar, como iglesia evangelizadora, si un matrimonio lesbiano u homosexual, con sus hijos, empieza a asistir a las reuniones y muestra interés en integrarse a la iglesia. Obligarles de entrada a disolver su familia, solamente conseguiría ahuyentarles y tal vez confirmarles sus temores e ideas más negativas acerca del cristianismo.

Otros ejemplos análogos

Ponen el ejemplo de la iglesia menonita Meserete Kristos, de Etiopía, que en una resolución de 2006 decidieron permitir que los varones polígamos puedan integrarse a la iglesia sin tener que divorciarse de ninguna de sus esposas. Lo contrario generaría, en aquella sociedad, una situación de indefensión y repudio social de la esposa divorciada. Sin embargo la monogamia sigue siendo claramente la enseñanza de la iglesia Meserete Kristos.

Ponen también el ejemplo de personas que se han convertido mientras servían en las Fuerzas Armadas de EEUU, y que ser militares no ha sido impedimento para bautizarlos. Sin embargo el rechazo al homicidio en todas sus formas, y al servicio militar en particular, no ha dejado nunca de ser un pilar de la doctrina de la iglesia menonita.

De igual manera, proponen que aunque la enseñanza de la iglesia se mantenga en que el matrimonio ha de ser entre un varón y una mujer, sin embargo se pueda recibir como miembros a personas en un matrimonio lesbiano u homosexual, y acoger con amor a sus familias en el seno de la iglesia.

Los declarantes admiten, sin embargo, que no se resuelve así la dificultad para saber hasta qué punto estas personas pueden participar como miembros. ¿Podrían llegar, por ejemplo, a enseñar en la escuela dominical sin renunciar a su familia? Y si no, ¿qué significa entonces el haber sido admitidos como miembros de la iglesia? Además habría que preguntarse si ser admitidos como excepción anormal a la regla satisfaría a un matrimonio gay o lesbiano. Seguramente insistirían que su familia fuese reconocida como perfectamente normal delante de Dios y la iglesia.

En octubre de 2018, Mennonite Church USA contaba con 605 congregaciones (incluidas las 25 de la Conferencia del Sureste) y más de 66.000 miembros bautizados.